Kuwait City. - "Por el día has corrido como a medianoche. Ni siquiera has visto las luces de los pocos coches. No has visto nada en absoluto por el inimaginable denso humo negro", asegura Faruk el Bas al recordar la "noche artificial" en Kuwait. En la "primera guerra ecológica del mundo árabe", las tropas iraquíes, a partir del 17 de enero de hace diez años, virtieron primero crudo en el mar y luego incendiaron 789 pozos petroleros. El último se apagó unos diez meses después, el 6 de noviembre. "Todavía hay secuelas de la guerra. Hemos sufrido una gran pérdida de recursos naturales. En algunos lugares no podemos reparar los daños del suelo", dice Samira Said Omar, directora de proyectos del Kuwait Institute for Scientific Research (KISR). Según ella, se estima que todavía hay una superficie de unos 49 kilómetros cuadrados recubierta por una capa de alquitrán. La mezcla de arena, piedra y restos de petróleo puede llegar a tener una densidad de hasta 2,20 metros. Los restos del mar de alquitrán están en el sur de Kuwait, en medio de los campos petrolíferos, que están vallados y que los ciudadanos normales no pueden pisar. Las temperaturas, que superan los 50 grados centígrados en verano, provocan la evaporación de algunos restos de petróleo y dejan una masa negra pegajosa. Cuando comenzó la operación Tormenta del Desierto para liberar Kuwait, el 17 de enero de 1991, el presidente de Irak, Saddam Hussein, hizo realidad el "Kuwait incendiado" con el que venía amenazando desde hace tiempo y puso los pozos en llamas. La autoridad estadounidense National Science Foundations calcula que el fuego consumió cada día unos tres millones de barriles de crudo. El geólogo Bas considera que lo que más secuelas dejó fue que la maquinaria militar pesada y las bombas El Golfo es considerado uno de los ecosistemas más sensibles del mundo debido a su contaminación por los 6.000 petroleros que circulan anualmente por la región, así como por su forma de tubo, que sólo permite un intercambio natural del agua entre cada tres y cinco años y medio. Se calcula que entre 15.000 y 30.000 pájaros murieron hace diez años a consecuencia del terrorismo ecológico. Aún hoy todavía no se ha realizado inventario de los daños en arrecifes de coral, salinas y territorios de algas.
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