Año 48.998
 Nº CXXXIV
Rosario,
lunes  15 de
enero de 2001
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Reportaje
Cristián Hernández Larguía: "Cuando se baja la calidad nunca se la vuelve a subir"
El maestro celebra con proyectos sus 60 años de labor con la música

Contra todo lo que puede suponerse, no siempre ser la figura más jerarquizada de la música de una ciudad hace de él un maniático audiófilo. No necesariamente un personaje público acumula fotos y recortes de prensa sobre su propia producción. No necesariamente el poseedor de la más alta sensibilidad artística debe expresar complejos conceptos con afectado lenguaje.
Tal lo que se infiere después de la entrevista que el maestro Cristián Hernández Larguía concedió a Escenario para anunciar sus proyectos con miras a la nueva temporada y recordar los momentos iniciales de una trayectoria con la música local que cumple 60 años. Y de paso, mostrar entre discos, casettes y libros la sencillez de su vida cotidiana y un profundo sentido de la libertad.
-¿Usted es de los que tienen objetos, muebles o lugares de la casa predilectos?
-Hay algunas cosas que quiero mucho porque vienen de familia, como por ejemplo esta mecedora en la que estoy. Pero en general no tengo esas manías.
-¿Esta sería la mecedora de pensar y escuchar música?
-Un poco, pero no para tomarlo literalmente; además, ya casi no me siento a escuchar música.
-¿Por qué?
-Escucho, pero creo que cuando uno la hace, no tiene tanta necesidad de escuchar. Lo hago en circunstancias especiales y si no, pongo algo liviano.
-¿Qué es para usted algo liviano en materia de música?
-Y.., por ejemplo, recién estaba escuchando la Rapsodia en blue de Gershwin. Si tengo que dar un ejemplo de otro tipo no quisiera utilizar el término opuesto, que sería pesado, pero sí cabe suculento; una sinfonía de Brahms, digamos.
-En cuanto a música popular o ligera ¿qué escucha?
-De todo. Serrat, Piazzolla, Sinatra...
-¿Qué cosas permanecieron inalterables en usted en 60 años de labor?
-El haber hecho cosas permanentemente y en forma regular en el sentido de que nunca dejé de producir.
-¿Alcanzó los objetivos que se propuso al comienzo?
-Sí, uno que nos propusimos fue dar a conocer por primera vez en Rosario una buena cantidad de obras. Es como una tradición del Coro Estable de Rosario que incluso le marcó el estilo.
-¿Cómo fue que se definió por la música coral?
-El primer recuerdo musical que tengo es de cuando tenía 4 ó 5 años y ponía discos en la vitrola de mi padre; en casa había un disco que me gustaba mucho que era de origen ruso. Su etiqueta estaba escrita con el alfabeto cirílico y nunca supe que decía, pero eran canciones de los cosacos, o sea música coral.
-¿Cómo define sobre qué obras va a trabajar?
-Es muy difícil. Por ejemplo, con La pasión según San Mateo, ocurrió que la escuché por primera vez en 1950 transmitida por Radio Municipal de Buenos Aires pero recién pude hacerla en el 96, con unas ganas de 46 años.
-¿Por qué tardó tanto?
-Porque cuando tuve ganas no existían en la Argentina o en Rosario algunos instrumentos necesarios, o faltaban las voces adecuadas o ni yo ni el coro estábamos preparados para hacerla. Es una obra que requiere de una decantación que sólo se consigue con los años.
-¿Cuánto tiempo puede requerir preparar una obra de esa magnitud?
-En Alemania, usted se propone presentar algo así y puede demorar a lo sumo un mes, pero piense que por ejemplo en Rosario no hay oboes d'amore, por lo que cuando la quisimos hacer, los tuvimos que traer de Buenos Aires, y así con otros instrumentos y ejecutantes.
-¿Eso cómo se solucionaría?
-Si los gobiernos se preocuparan por la educación y la cultura. En ese orden, porque la cultura no puede existir si no hay educación...
-Pero algunos estudiosos consideran que es exactamente al revés...
-Son disquisiciones filosóficas.. No sé, quizás habría que pensarlo un rato. Seguramente todos somos sensibles. Nosotros hemos tenido experiencias fantásticas en las que percibí claramente que un pueblo no contaminado, tiene una receptividad extraordinaria.
-¿Recuerda alguna experiencia al respecto?
-Sí, una de las que más recuerdo fue hace años en una escuela de Pueblo Nuevo, donde hicimos música del Renacimiento, Bach, el romanticismo, negros-spiritual y folclore, y el único bis que nos pidieron fue una fuga de Bach a cinco voces. Que no me vengan a hablar de que hay que bajar el nivel para llegar al pueblo. Eso es un cuento chino. Cuando se baja el nivel, nunca se lo vuelve a subir.
-Sin embargo, habitualmente la mayoría de la gente le rehuye a este tipo de música...
-Es cierto, pero piense que la gente está siendo bombardeada por la peor música que se haya hecho jamás, esto dicho por gente como Yehudi Menuhin, Daniel Barenboim, artistas que hablan de que lo que se le está dando a la gente es basura.
-¿No hay prejuicios hacia los públicos masivos?
-Hace poco hicimos la presentación de Navidad en el Parque de España y había 5.500 personas; no se puede decir que es algo elitista. Además, la gente aplaude las cosas de mayor calidad por un saber intuitivo; hay una sensibilidad innata.
-Si un funcionario le pide que haga concesiones en cuanto a la calidad del repertorio ¿hasta donde cede?
-No, nunca jamás. Hay cosas que son negociables y otras que no. Ya la palabra funcionario me pone mal; el funcionario lo que quiere es hacer política.
-¿Nunca se le apareció alguno que le pidió bajar el nivel de sus recitales, que toque alguna cosa sencillita?
-Sí, seguro, pero imagínese que no le puedo dar el nombre (risas).
-Bueno, pero por lo menos cuente a dónde lo mandó.
-Eso tampoco puedo decírselo (risas). Se trata de gente con la que uno habla como en distintas direcciones.
-Tiene una biblioteca bastante grande ¿qué suele leer?
-De todo; me gusta Chandler, las novelas policiales de cierto nivel, la novela negra norteamericana. Me interesan las cosas de carácter científico, la historia de las ciencias, todo lo que habla de la evolución, a nivel de aficionado porque por supuesto en muchas cosas quedo fuera del ring.
-¿Cómo es su agenda diaria?
-Por ejemplo esta nota jamás se la otorgaría a la mañana, porque duermo, Soy de acostarme muy tarde porque me encanta leer o trabajar de noche.
-¿Qué proyectos tiene para el 2001?
-Un proyecto que viene de más de 20 años atrás es el Stabat mater, de Verdi y creo que se facilitan las condiciones para hacerla porque este es el año Verdi. Estamos viendo partituras y otras cuestiones porque es una obra muy exigente, para el coro particularmente. No tiene solistas y es una obra que si hubiera sido lo único que escribiera, igual le habría otorgado un pasaje para la posteridad. Es una obra hermosa, que demuestra su gran sabiduría en lo coral y lo orquestal.
-¿Qué actitud de los artistas le puede llegar a molestar?
-Que le tomen el pelo a la gente, como en el caso de lo que se llamó los conciertos de la denominada antimúsica, cuando aparecía un señor de frac con un hacha destruyendo un piano de cola Steinway en el escenario. Pero esas cosas se mueren solas.
-¿A qué atribuye el crecimiento de la actividad coral?
-Sí, es cierto que crece, pero también lo es que se hacen cosas populacheras. No es aceptable por ejemplo que un coro cante al unísono porque eso no es coral como no lo es, muchas veces, el mismo repertorio.
-¿Es cierto aquello de que para escuchar algo nuevo bastan los clásicos?
-Sí (risas). No hay nada nuevo bajo el sol. Ya todo se hizo alguna vez.



"Todos somos sensibles a lo mejor del arte".
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