Uno de los trabajos presentados por Noé en el Castagnino es una instalación. Si bien el artista es un defensor de la pintura, esto no significa que considere que la pintura sólo pase por la tela. Fue justamente él, quien en los 60 comenzó a realizar ciertas obras, que todavía no tenían nombre, pero que en definitiva en los 90 se terminaron llamando instalaciones. Sin embargo, no deja de hacer una advertencia: A pesar de que fui uno de los primeros en hacerlas en el país, pienso que la moda de las instalaciones fue una de las más ridículas que vi en mi vida. En mi caso, las hice por una lógica de mi obra que se complicaba cada más. Pero en ese momento no sabía que había instalaciones, porque la palabra no estaba inventada, entonces para mí eran cuadros que se deshacían y se rompían y no quería estar haciendo cuadros bien hechitos. Por eso, paré de pintar durante diez años.
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