Muchas son las voces que se levantan luego de que el gobierno anunciara con bombos y platillos la ayuda financiera recibida, conocida popularmente como blindaje. Por ello, resulta conveniente mencionar algunas cuestiones referentes al Plan de Convertibilidad.
El 1º de abril de 1991 entró en vigencia el régimen monetario actual y a partir de allí se pusieron en marcha una serie de medidas que, en los hechos, provocaron una apertura indiscriminada de la economía con un dólar barato, y salarios bajos y flexibilizados. De este modo, se fomentó el consumo vía las importaciones, lo que terminó destruyendo a las pymes y alentando la exclusión social.
Lo antedicho -que ya de por sí es grave- no alcanza para mostrar la verdadera cara de la convertibilidad. Si bien es cierto que contribuyó a detener la inflación, debió aplicarse como herramienta de emergencia y por un plazo determinado. Al mantenerse en el tiempo, estas medidas provocaron un verdadero desastre en la economía del país.
Esto fue así por cuanto de las tres grandes ramas de la política económica que pueden aplicarse -la política cambiaria, la monetaria y la fiscal- el gobierno que las aplique debe prácticamente renunciar a dos de estas herramientas.
Política cambiaria: el valor del tipo de cambio (dólar) es fijado por ley, y sólo con otro instrumento legal puede modificarse.
Política monetaria: El Banco Central queda reducido a una simple caja de conversión que emite o absorbe moneda de acuerdo con las variaciones que tengan las reservas que constituyen el respaldo de la Base Monetaria (BM). Es decir que sólo se podrá hacer política monetaria si en un determinado momento las reservas son mayores que la BM, pero sólo por el excedente.
Política fiscal: es la única que el gobierno puede aplicar y consiste en el aumento o disminución de impuestos y aranceles, o a través del gasto público.
Pero si no se realiza una profunda reforma impositiva y una eficiente reasignación del gasto, ya se sabe cómo termina esta historia.
No obstante, justo es reconocer que con este plan no hay ajuste fiscal que alcance, ya que la economía argentina no puede generar los dólares que demanda vía endeudamiento externo. En consecuencia, cada vez resulta más difícil la devolución de esos dólares (más los intereses) a los acreedores externos.
Por lo tanto, se echa mano al presupuesto nacional disminuyendo otros gastos y/o aumentando los impuestos para poder pagar la deuda externa. Y esta situación tiende a perpetuarse y agravarse en el tiempo.
Cómo funciona el uno a uno
Dado que no es posible aplicar convenientemente las políticas cambiaria y monetaria, y que la fiscal está en la práctica muy acotada considerando la relación de fuerzas que existe entre los grupos económicos y el gobierno, la única forma de conseguir los pesos que activen la economía es obtener dólares, pasarlos a reservas y expandir de ese modo la base monetaria.
Pero para lograr esos dólares la misma economía debe generar superávit en la cuenta corriente de la balanza de pagos y/o superávit fiscal. Como ninguna de esas dos condiciones se cumplen y no existen más bienes del Estado para vender, no queda otra forma que obtener los fondos a través del endeudamiento.
Es decir que para que exista crecimiento económico el país debe endeudarse más, y como consecuencia de eso pagar todos los años mayores sumas en divisas por ese concepto.
Además no existen regulaciones a la entrada y salida de capitales, y por lo tanto, las reservas pueden disminuir en grandes volúmenes en días trayendo aparejada aún mayor recesión.
Por eso, se observa con la convertibilidad no sólo que el gobierno de turno ha renunciado al manejo de la economía, sino que el país está expuesto a una situación irracional que lo hace depender constantemente del humor de los inversores internacionales que amenazan con retirar sus dólares en cualquier momento, y de los organismos multilaterales de crédito que cada vez exigen más condiciones.
Si se cumplen ciertos requisitos, es posible que el gobierno logre la reactivación que está buscando, pero es preciso tener presente dentro de qué marco se seguirá moviendo la economía, y por eso las expectativas deberán seguir siendo muy medidas. Tampoco hay que olvidarse de la comprometida situación social, que completa la complicada realidad que hoy le toca vivir a los argentinos.