¡Ahí está mi varón (hijo), ayúdenme! clamaba Carmen de Marín, quien lloraba junto a las ruinas de su casa en el barrio de clase media Las Colinas, al oeste de la capital salvadoreña, mientras los socorristas buscaban entre los escombros. Dijo que su hijo de 12 años permanecía en la casa a la espera de una llamada telefónica de su padre desde Estados Unidos, mientras ella salió de compras poco antes de que se produjera el sismo de magnitud 7,6 a las 11.35 (13.35 hora de la Argentina). Un cronista de The Associated Press vio 12 cadáveres sólo en la zona de Las Colinas. Cientos de socorristas escarbaban frenéticamente con palos y con las manos en busca de personas sepultadas. Sentí el sismo y toda la colina se desplomó y cubrió las casas, dijo Cándido Salinas, de 60 años, que vive en la misma calle.
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