De la mano del clima, el manejo y la tecnología, la última campaña de trigo superó las expectativas de producción tradicionales y abrió la puerta para lo que puede ser una nueva tendencia en materia de rendimientos. La aparición de lotes donde los rindes llegaron a superar los 70 quintales por hectárea en Santa Fe y rozaron los 90 en la provincia de Buenos Aires, es la prueba de una realidad que se presenta como posible y muy cercana para los productores del cereal fino.
Independientemente de la genética todavía nos queda mucho por mejorar desde el punto de vista del manejo, explicó Santiago Lorenzatti, del área técnica de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), para desmitificar la idea de que todo se puede hacer sólo con tecnología.
Para el especialista, aunque las herramientas disponibles como las nuevas variedades presentes en el mercado permitirán subir los techos potenciales de rendimiento del cereal hoy existe una gran brecha entre productores buenos y regulares, y eso se llama manejo, precisó.
De acuerdo a datos relevados por los técnicos de Aapresid entre sus asociados, en la última campaña los rendimientos observados en la zona sur de Santa Fe y norte de Buenos Aires, se caracterizaron principalmente por su variabilidad, con un rango de producción que fue de los 20 a 45 quintales por hectárea.
En la Estancia La Unión (Venado Tuerto), en un ensayo de variedades, los rendimientos oscilaron entre 27 y 45 qq/ha, en lotes con un buen manejo tecnológico en siembra directa, explicó Lorenzatti.
También existieron picos puntuales de más de 60 qq/ha, como el caso de un lote en Hughes con una producción de 7.130 kg/ha, con la variedad Baguette 10, aclaró.
Aunque se trata de rindes puntuales producto de ensayos o lotes especiales, la producción promedio de la provincia sigue siendo alentadora. Así lo indicó Fernando Salvagiotti, del grupo de manejo de cultivo de trigo del Inta Oliveros.
Esta campaña fue excepcional, superior a los últimos seis o siete ciclos, indicó el técnico del Inta.
En sintonía con lo expresado por los especialistas de Aapresid, Salvagiotti señaló que los rindes fueron variables en la provincia de Santa Fe.
Por caso, algunos lotes alcanzaron los 50 a 55 quintales, aunque la media estuvo entre los 30 a 35 qq/ha, aclaró.
El secreto del manejo
La buena performance del cereal fino no fue arbitraria. Este año se partió con una buena recarga del perfil por las buenas lluvias del invierno, dijo Salvagiotti. En la provincia durante agosto y septiembre hubo precipitaciones que llegaron a los 200 milímetros, niveles poco habituales para esa época del año. Además, el cultivo tuvo lluvias durante todo el ciclo, agregó.
Sumado a la variable clima, el manejo de los productores aportó su granito de arena para obtener buenos resultados. Lo más relevante fue el aumento de la superficie en siembra directa, explicó Salvagiotti a lo que se sumó una mayor fertilización y control de malezas.
En este punto, Lorenzatti, de Aapresid, precisó que Santa Fe posee en promedio el 50% de sus superficie de trigo sembrada bajo el sistema de siembra directa con una tendencia a seguir creciendo.
La adopción de siembra directa, la elección de la variedad, la fertilización balanceada, el manejo sanitario, y el control de malezas son medidas que influyen en el resultado final, precisó Lorenzatti. Y sólo entendiendo que todo ello funciona como un sistema armónico es que se podrá aspirar a buenos resultados, dijo. De hecho, de nada sirve fertilizar un cultivo, si no controlamos las enfermedades o las malezas, explicó el especialista.
Para Lorenzatti no es casualidad que los mejores resultados de esta campaña se obtuvieron en los lotes en los cuales el productor aplicó la tecnología disponible, es decir, seleccionó variedades de elevado potencial y buen perfil sanitario, monitoreo y siguió de cerca el desarrollo de enfermedades, fertilizó el cultivo y lo hizo en un sistema estabilizado de siembra directa dentro de un plan rotacional establecido.
El mapa sanitario
De acuerdo a los datos de Aapresid, el ambiente productivo de la campaña triguera estuvo también caracterizado por la elevada presión de enfermedades de origen fúngico como roya de la hoja, mancha amarilla y septoriosis, entre las foliares, y fusariosis como enfermedad de la espiga.
El control químico oportuno y la elección de variedades de buen comportamiento permitieron en muchos casos resolver estos problemas, explicaron los especialistas de Aapresid.
La diferencia entre lotes con aplicación de fungicidas para enfermedades foliares y lotes sin tratar fue marcada, indicó Lorenzatti y pagó en todos los casos el costo de la aplicación y dejó un plus de ganancia.
Para Salvagiotti del Inta Oliveros, el uso de tecnología estuvo más difundido en las áreas de la provincia donde existe mayor desarrollo empresarial como Venado Tuerto y Casilda.