A poco de iniciada su carrera profesional y tras las primeras giras y los discos grabados para Sun Records, en 1955 Elvis Presley se encontró con Thomas Andrew Parker. A partir de ese momento, Parker se convirtió en el apoderado del músico y colaboró a fraguar el mito conduciendo con sabiduría sus pasos por los intrincados caminos del show bussines norteamericano. El joven de jopo engominado, ajustados pantalones color rosa y camisas de seda con reflejos era una imagen provocadora que cosechaba adeptos y detractores. El coronel Parker tuvo mucho que ver en el diseño de esa imagen de joven díscolo que poseía una flotilla de Cadillacs tan costosos como abarrotados de detalles de mal gusto. El rey vivía en un castillo fastuoso y sus caprichos enardecían cada vez más a sus fans. Sin embargo, el hombre que vendió millones de grabaciones, obtuvo 25 discos de oro y rodó más de 30 películas de dudoso valor artístico pero de innegable éxito en las taquillas, murió solo, gordo y enfermo, sin que el sabio Parker pudiera hacer nada para evitarlo. Elvis The Pelvis marcó la década del 50 con su sello inconfundible y su influencia recayó sobre las nuevas generaciones de músicos que heredarían su sitial de líder musical como John Lennon y Janis Joplin.
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