Año CXXXIV
 Nº 48.991
Rosario,
lunes  08 de
enero de 2001
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El personaje
Jorge Cura: Un talentoso que hace olas

Porque se siente artista. Contra toda una trayectoria que lo ubica como cantante lírico, José Cura se define, antes que nada, como artista y hasta se permite señalar que su verdadera pasión es la dirección coral y sinfónica o, dándole pasto a las fieras del mundo de la ópera, se considera más un actor que canta que un cantante que actúa.
Porque sabe actuar como divo. Tanto su crítica a los que huelen mal, exabrupto lanzado a un sector de público de la más importante sala madrileña y que lo malquistó con la opinión pública en general por el racismo y el elitismo que encierra el concepto, como el correspondiente pedido de disculpas tuvieron todas las características de quien se sabe en aire de celebridad y que es un objetivo permanente de la prensa.
Porque él también es de acá. José Cura no apareció nunca en los recordados carteles de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad que promovían el carácter de rosarinos de numerosos famosos. No sólo repitió el destino de muchos artistas de no poder ser profeta en su tierra y pasar inadvertido para la lírica local, sino que, además, no fue valorado al intentar trascender desde el teatro Colón al plano nacional y fue en Europa donde obtuvo el certificado de calidad que aquí se le negó.
Porque él también es de acá (II). Hubo que esperar que se consagrara en el mundo para que alguien se preocupara por traerlo a cantar a Rosario, pero igualmente él no se olvidó de su ciudad. Tanto es así que para uno de sus discos, Anhelo, dedicado a la música argentina, convocó a otros dos rosarinos célebres: el pianista Eduardo Delgado y el guitarrista Ernesto Bitetti.
Porque es desafiante. El pueblo español no acepta alegremente discursos de carácter discriminatorio y las palabras de José Cura repercutieron muy desfavorablemente en la gente primero y luego en los medios de todo el mundo, pero en el terreno puramente artístico el tenor ya se había mostrado desafiante al desmitificar varias verdades sagradas del mundo de la lírica. Para cantar bien no hace falta pesar cien kilos, aseguró en una oportunidad, en obvia referencia a su colega Luciano Pavarotti.
Porque dice lo que siente. Cura, que sin temor a embarrarse más, no tuvo problemas en reconocer que sus desafortunadas declaraciones le salieron del alma, tampoco tuvo pelos en la lengua para referirse, como lo hizo alguna vez, a las grandes figuras de la lírica actual señalando que los intérpretes más jóvenes irrumpirán exitosamente en la escena mundial cuando los divos se bajen del caballo, en obvia referencia a Los Tres Tenores.
Porque defiende causas justas. Alguna vez José Cura declaró, a propósito de su personaje de Otello, en la ópera homónima de Verdi que tantas veces representó, que en su personaje no representaba los celos y la italianidad desesperada del hombre traicionado que sale a gritar como loco y a matar a quien se encuentre por delante, sino el drama de racismo y clasismo que sufre un mercenario que fue utilizado. Visto así, Otello adquiere la urgencia moderna del hombre de cualquier color que es usado por la sociedad. Representa a los Otellos de cada día, a la gente utilizada a todo nivel y luego abandonada, dijo.



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