Año CXXXIV
 Nº 48.991
Rosario,
lunes  08 de
enero de 2001
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Agitación frente a la cárcel por el reforzamiento de la custodia policial
Luego de una semana de protesta los familiares de presos se inquietaron por temor a que se desatara represión. Uno de ellos entró a la unidad con varios periodistas. Y los propios internos dijeron estar bien

El reforzamiento policial durante las visitas realizadas ayer a los detenidos en la Unidad III, ubicada en Ricchieri y Zeballos, desató la protesta de los familiares que se mantuvieron en la puerta de la prisión para reclamar a las autoridades una explicación ante el inusitado despliegue. Los familiares temieron que los refuerzos estuvieran relacionados con un accionar represivo dentro del penal, pero calmaron su ánimo luego de que el padre de dos detenidos, personal de la Coordinadora de Trabajo Carcelario (CTC) y representantes de distintos medios de prensa ingresaran a la prisión para hablar con los internos, quienes aseguraron que no habían sufrido castigos y que se encontraban en las condiciones habituales.
El director del Servicio Penitenciario (SP), Arturo Gandolla, y las autoridades del penal justificaron la presencia de refuerzos a raíz de la poca cantidad de visitas que recibieron los presos, que interpretaron como una señal de posibles inconvenientes.
Fue una medida precautoria, indicó el titular del SP, luego de que las autoridades y el personal policial del penal intentaran hacer comprender que el robustecimiento de la custodia era una medida racional.
La reacción de los familiares surgió en el marco de una semana conflictiva en el penal, donde los detenidos llevaron adelante un ayuno en reclamo de mejores condiciones de vida y la conmutación de las calificaciones de conducta para acceder a beneficios. La medida, que se mantuvo desde el miércoles pasado fue levantada el viernes, con la implementación de más horas fuera de la celda y la posibilidad de recibir visitas ayer, ante la resolución del conflicto.
La protesta había comenzado el mismo día en el que uno de los presos, Hugo Antonio, de 20 años, muriera a raíz de quemaduras en el 90 por ciento de su cuerpo. Las lesiones se produjeron dentro de la celda, después de que el interno se rociara con combustible en protesta porque no lo dejaban hablar por teléfono con su hija, que estaba enferma. Para el personal penitenciario se trató de un suicidio, aunque un grupo de internos y sus familiares sostienen que fue un guardia el que lo instó a quemarse. Ante la desconfianza en que la Justicia encuentre la verdad y sancione a los responsables, los temores de los familiares se expresaron ayer en patadas sobre el portón de ingreso al penal e insultos contra el personal de custodia.
Luego de una larga espera, los familiares lograron que Gandolla autorizara el ingreso al penal de un representante del grupo y de la prensa, a quienes luego se unió Ema Lucero, por la CTC.
Durante la visita, en la que también estuvo presente Gandolla, los internos salieron en grupos de a dos y tres al patio, donde dijeron que no se había registrado ningún maltrato hacia ellos. Los reclusos negaron la existencia de problemas durante el ingreso a las celdas tras la visita, tal como sostenían sus familiares desde el exterior.
Estamos bien, no pasó nada, reiteraron uno a uno los detenidos y explicaron que la reacción de sus familiares se debió a la presencia inusitada de policías en los techos y en la puerta de ingreso al penal durante y a la salida de las visitas.
Los detenidos indicaron que ayer fueron tratados como de costumbre. Algunos se animaron a denunciar a los guardias ante las cámaras por malos tratos y presiones psicológicas constantes, aunque remarcaron que ayer no hubo incidentes.
También salieron a hablar con la prensa dos de los testigos de la muerte de Antonio, quienes solicitaron un traslado a la alcaidía de Jefatura en resguardo de su vida. José Araya fue el vocero del pedido en su nombre y en el de su hermano, Daniel. Ambos declararon la semana pasada ante la jueza que investiga la muerte del interno, la titular del juzgado de Instrucción Nº6, Raquel Cosgaya.
La solicitud la hicieron frente a su padre, Norberto Araya, quien ingresó al penal en representación de los familiares reunidos en el exterior, quienes lo enviaron con una lista de los nombres de los detenidos por quienes temían. El hombre constató que se encontraban en buen estado.



Familiares de los internos frente al portón de Zeballos y Ricchieri.
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