Año CXXXIV
 Nº 48.986
Rosario,
miércoles  03 de
enero de 2001
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La construcción de un bar le pasó por encima
Malestar en barrio Martin por la tala de un frondoso jacarandá
El árbol obstruía la obra que se está haciendo donde antes estaba el Gran Munich

Pedro Squillaci

La tala de un frondoso jacarandá en el parque Urquiza provocó ayer la indignación generalizada de los vecinos de barrio Martin, quienes criticaron a la Municipalidad por autorizar arbitrariamente esta acción. El árbol hacía más de quince años que estaba plantado y tenía nueve metros de alto. Se ubicaba en donde actualmente se está construyendo una confitería-bar en el espacio que por años ocupó el Gran Munich. Parte de la obra llegó a estar paralizada cuatro meses porque la Dirección de Parques y Paseos quería hacer el trasplante de la especie, pero técnicamente resultó imposible, según dijo el titular de esa repartición, Marcelo Tenaglia. La empresa concesionaria que derribó el árbol aseguró que debió hacerlo porque interrumpía una cascada artificial y una escalera que estaban en el proyecto original del futuro bar. Desde la Municipalidad indicaron que para contrarrestar la tala, la firma se comprometió a plantar siete jacarandás en la zona antes que finalice la obra.
En barrio Martin cuando se habla del jacarandá que ya no está, todos saben de qué se trata. Incluso conocen detalles de los motivos que llevaron a que se derribe y hasta del tiempo que demandó el trámite hasta que el intendente Hermes Binner y el secretario de Servicios Públicos, Joaquín Blanco, estamparan la firma para autorizar la extracción.
El árbol era de los vecinos de la ciudad, no del intendente. Y no tendría por qué permitir que lo tiren abajo. Es un atropello. En Europa desvían una carretera para no tocar una especie y acá la borran de un plumazo, exclamó Marta Daminato de Román, de avenida Libertad 158, quien irónicamente remató: Ahora con el árbol estarán haciendo un asado.
El jacarandá fue derribado el viernes pasado en poco menos de media hora. El operario que lo tiró abajo lo hizo con una pala mecánica, ya que el árbol de casi 10 metros de largo y un tronco de 40 centímetros de diámetro pesaba 5 toneladas, según datos proporcionados por personal de Parques y Paseos.
Esto lo hicieron con saña, porque lo talaron lo más rápido posible y lo escondieron de la vista de la gente, apuntó Luis, portero del edificio de la esquina de avenida de la Libertad y Necochea. Los vecinos están irritadísimos, agregó el portero, quien comentó que muchos ya fueron a quejarse a la Municipalidad e inclusive se estaría confeccionando un petitorio para presentar ante Parques y Paseos con el interés que repongan la especie.
En este punto, el funcionario municipal Marcelo Tenaglia pretendió calmar los ánimos a la gente de barrio Martin. El concesionario se comprometió a plantar siete jacarandás en la zona para reponer la especie derribada. Y lo tiene que hacer antes que termine la obra, que se estima que será para marzo, dijo a a este diario.
Tenaglia afirmó que ese jacarandá no era parte de la forestación del parque Urquiza. Lo que sucedió fue que lo plantó el concesionario anterior hace mucho tiempo y en ese momento era una plantita pequeña que se podía trasplantar con pala común y carretilla. Pero como pasaron diez años para concretar la obra, el árbol creció y todo se complicó.
El diseño para la nueva confitería que se está levantando donde antes estaba el Gran Munich, realizado por los arquitectos Aníbal Moline, Alberto Santanera, Daniel Vidal, Armando Torio y Raúl Utges, incluía una escalerilla (para comunicar los dos niveles de la estructura) y una cascada artificial. Pero para hacer esto sin derribar el árbol había que modificar el proyecto original. Con este dilema se encontró el consorcio que ganó la concesión de ese bar, SGA-Caminotti.
Nosotros hicimos un relevamiento y pedimos a la Municipalidad que admitieran la extracción o una modificación a la traza. Estuvimos cuatro meses de repartición en repartición, hasta que el 20 de diciembre llegó una nota firmada por Binner y Blanco en la que decía que «en un plazo perentorio e inmediato había que sacar el árbol», confió una fuente integrante de la empresa, que pidió reserva.
Según la misma fuente: Los vecinos nos insultaron con justa razón cuando derribamos el jacarandá. Pero el error fue de los arquitectos que diseñaron el proyecto, ya que en el primer plano estaba el árbol y después el bar le pasó por encima.
El portero del edificio de avenida de la Libertad y Necochea no salía de su asombro. Esto es insólito -gruñó-, si uno quiere sacar un árbol que rompe toda la vereda vienen 20 inspectores municipales y no te dejan quitarlo, pero si se trata de una especie que no molesta la sacan de un plumazo porque está en el medio de una obra.



Los vecinos creen que su tala fue un "atropello".
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