| | Editorial Fórmula de vida imbatible
| Existen hombres y mujeres que, contra viento y marea, enfrentan la adversidad con que los pone a prueba la vida y alcanzan los objetivos que se proponen. Cada uno en lo suyo, con mayor o menor trascendencia, constituyen verdaderos paradigmas de la humanidad. Paradigmas que, en medio de las acechanzas e ignominias que ensombrecen al mundo contemporáneo, refulgen como faros en medio de la negra mar responsables de guiar a buen puerto el espíritu humano, motor absoluto de la aventura de vivir. Con seguridad sin plena conciencia de su personal y valiosa contribución a todo esto que aquí se sostiene, Ariel David Bustos coronó con éxito la primera etapa de su enfrentamiento personal con la vida, con esa vida que le quitó el don de la vista, apenas si un inconveniente para un luchador nato como él que acaba de pasar a séptimo año en un establecimiento de enseñanza común. El hecho ocurrió en la escuela 1.285 de Firmat, donde sin que mediara otra condición más que su rendimiento académico, le cabe el alto honor de ser el abanderado del colegio durante el 2001. De tal manera, quien por elección libre de sus condiscípulos también fue elegido el mejor compañero, se convirtió en el primer abanderado no vidente del país que concurre a un establecimiento educativo común. La circunstancia, notable por cierto, fue destacada por el ministro de Educación de la provincia, que eligió a ese establecimiento del sur santafesino para cerrar el último ciclo lectivo. Lo hizo con un discurso en el que resaltó el esfuerzo y el ejemplo que a todos, chicos y adultos, les está dando este joven que, por lo que se ve, no se achica frente a los embates de la existencia, sino que los desafía a que vayan pasando porque a todos ellos está dispuesto a enfrentarlos de igual a igual. Inmensa es la lección que deja esta historia, sobre la cual cabe hacer, en honor a la verdad, algunas precisiones más. Ariel David puede llevar adelante tan magníficamente bien lo que se ha propuesto en primer lugar porque tiene buena madera, clara inteligencia y un temple a toda prueba. Pero también porque felizmente no está solo en su ejemplar empresa. Lo apoyan su familia (progenitores y dos hermanos mayores), con una padre que, por ejemplo, graba en casetes capítulos enteros de lecciones para que pueda escucharlos; sus docentes Liliana y Mariel; Flavia Buglione, del Centro de No Videntes, que tiene la misión de traducir los trabajos escolares que el chico escribe en una máquina de sistema Braille -desde cuarto grado asiste a clase junto con él todos los días-, y, por supuesto, los compañeros de estudios que, con respeto y sin exageraciones que a nada conducen, aportan lo necesario para que su desenvolvimiento personal resulte lo más natural posible. Tesón personal y apoyo solidario, una fórmula de vida imbatible.
| |
|
|
|
|
|
Diario La Capital todos los derechos reservados
|
|
|