Marcelo Menichetti
En un año que resultó extremadamente duro para todas las actividades, los espectáculos no podían quedar fuera de esa realidad. Algunos artistas debieron aceptar los riesgos y compartir la organización de los shows poniendo su arte, mientras los empresarios ponían su parte y dividir los ingresos. Esa circunstancia no permitió que Rosario gozara de tantas y tan ilustres visitas como solían llegar por sus costas en años de vacas un poco más gordas. La crisis económica sin embargo, no impidió que algunos espectáculos convocaron a buena cantidad de público apoyados en los nombres de las celebridades que los animaron. Las facilidades que el fin de siglo nos pone al alcance de la mano en lo que respecta a las comunicaciones y a los viajes, permitieron que muchos shows -impensables en otros tiempos- se pudieran disfrutar en Rosario. Paralelamente a esa circunstancia, y quizá como su contrapartida, los riesgos a correr fueron mayores por el gran retraimiento del público que no se mostró dispuesto a desprenderse fácilmente de sus magros ingresos. Sólo lo hizo ante la certeza de que el show propuesto realmente valía la pena. No obstante esa encrucijada que debieron enfrentar los empresarios locales, algunas presentaciones de artistas nacionales y extranjeros le otorgaron ciertos relumbrones al año que se acaba de ir. A principios del 2000, precisamente el 4 de febrero, Fito Páez convocó a 80 mil personas en el Hipódromo Independencia donde ofreció un concierto gratuito que batió todos los records de asistencia de público y fue comentado a nivel nacional. Ese auspiciosos show abrió la puerta a la llegada de algunas estrellas que brillaron en el firmamento del espectáculo rosarino. En ese camino de grandes convocatorias se ubicó Mana, que estuvo en mayo y reunió a 15 mil entusiastas que pagaron la entrada por verlos en el Gigante de Arroyito. Los Nocheros, dueños de los mayores guarismos de venta de discos y de una convocatoria impensada en otros tiempos para un show folclórico, convocaron a 13 mil personas en el estadio de Arroyito y se consolidaron como artistas vendedores, tanto desde el disco como en sus presentaciones en vivo. Los hacedores de shows en Rosario pelearon cara a cara con la crisis económica y se jugaron con algunos espectáculos de pronóstico incierto. Así llegaron Celia Cruz en enero, el Puma Rodríguez en abril, Diego Torres, Las Pelotas, Los Fabulosos Cadillacs y los cubanísimos Van Van. Una gratísima sorpresa fue la visita intempestiva de Manu Chao. El francés llegó a Rosario desde Mendoza porque en su banda toca un rosarino. Los periodistas porteños tuvieron que bajar a Rosario a ver al combativo compositor, ya que no pisó Buenos Aires. Su show se hizo en el Anfiteatro Municipal Humberto De Nito donde se apiñaron unas 7 mil almas para escuchar sus discursos ecuménicos en favor de los oprimidos del mundo. En la revisión de las figuras que llegaron a Rosario, destaca su impactante presencia la extraordinaria Martirio. La cantante española vino para inaugurar la Vª Cumbre Mundial del Tango y sorprendió a todos (y nos dejó con ganas de escucharla mucho más) con una propuesta tan especial como respetuosa con el tango argentino, que fue el eje de su corta actuación. Como si se reeditara la conquista española de América, también estuvieron dos de los máximos juglares peninsulares como son el inoxidable Joan Manuel Serrat y el cáustico y desclasado Joaquín Sabina. Con sus diferentes propuestas convocaron a muchísimo público (Serrat lo hizo ante 10 mil almas en Central y Sabina ante 6 mil en el Anfiteatro Municipal Humberto De Nito). A la hora de los balances quizá los réditos económicos fueron escasos o menores de los esperados. Sin embargo la suma, en lo que respecta al valor artístico de muchas de las visitas que pasaron por Rosario, fue positiva.
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