Una grata compañía y conseguir la temperatura adecuada son algunos de los requisitos esenciales para disfrutar de un buen vino en las fiestas. La decisión también dependerá del menú que se acuerde para las comidas y de la disposición a encontrarse con un buen sabor, sin excesos.
Así lo explicó Angel Mendoza, el enólogo de la bodega Trapiche, galardonado por sus propios colegas como El hacedor 2000 del vino argentino.
Las fiestas son la excusa perfecta para encontrarse con amigos o con la familia que durante todo el año está dispersa en sus distintas obligaciones.
Como un rito pagano, a mitad de diciembre, empiezan los llamados telefónicos para acordar los pormenores de la comida y siempre está el encargado de llevar el vino.
El delegado vinícola, generalmente es quien todos asocian con el placer de beber y la disposición para ir a comprarlo. Pero para que este elemento esté integrado a la celebración es importante que quienes vayan a degustarlo participen de la decisión o por lo menos se integren a la hora de probarlo.
Para ello, Angel Mendoza propone un juego para lograr este objetivo y consiste en que quienes participen de la cena o almuerzo, decidan un vino -podría ser un malbec y un cabernet sauvignon-, según lo que quieran comer y que se los tape con bolsas de madera y con distintos tapones.
Una vez degustado, el consumidor encontrará cuando se revele la marca con cuál se encuentra más a gusto su paladar. La propuesta es simple y también disparadora de un acercamiento a la calidad.
Hay que saber disfrutar vino, a medida que se uno se va perfeccionando se buscan cosas mejores, explicó Mendoza.
Hay distintos grados de calidad ya que se van sucediendo por la tecnología, por las manos de los enólogos, etcétera, pero mas de una vez un vino de cinco pesos puede ser mejor que uno de 60, ya que lo mejor es lo que le guste al comensal, precisó.
Al respecto, el especialista destacó que tomar vino es una aventura y que ésta tiene que ver más con los sentidos que con la etiqueta y la publicidad.
De todas maneras, hay algunos parámetros que ayudan a tomar la decisión, sobre todo si se está incursionando en el terreno.
Un gran vino puede ser aquel donde están bien complementados la fruta y la madera (componente éste último que proviene de los toneles donde se lo almacena) y su valor promedio oscila en los 10 pesos.
Cuál va
Otro punto importante para elegir el elixir de los dioses que complementará el festejo es el menú que se decida para el encuentro.
Si la elección contempla una comida más frugal, como pescados, mariscos, verduras y frutas, lo aconsejable son los vinos blancos como chardonnay, sauvignon blanc, entre otros.
Lo esencial será tener en cuenta que si el termómetro señala unos 30 grados de temperatura ambiente, lo ideal es tomar el vino a 5 grados. Y un detalle, que las copas estén freezadas y que transpiren.
Lo importante es que la bebida tiene que seducir por su color y su aroma y también calmar la sed, indicó a Mendoza.
Ahora, si se decide tirar a la parrilla un lechoncito, como suele acostumbrarse en al región, los más indicado son los tintos livianos como el noir y el merlot.
En cambio, si la decisión pasa por comidas más condimentadas y carnes rojas, lo mejor son los tintos más fuertes como el cabernet sauvignon.
El dato sobresaliente y que tira abajo uno de los mitos de los bebedores argentinos es el de la temperatura. Los vinos tintos no se pueden tomar a sensación ambiente, ya que se exalta el alcohol y se pierde el sabor, explicó el enólogo mendocino.
Lo aconsejable es tener las botellas en el refrigerador, a la altura donde se coloca las verduras y en el caso de los blancos, en los estantes superiores, donde está más fresco, con la heladera al mínimo.
Para los tintos, la sugerencia es sacarlos un rato antes de que se decida tomar y si es necesario usar un balde con hielo, para ir regulando su temperatura. La ideal son 15 grados.
Mendoza insistió que el lugar ideal para guardar los vinos es el refrigerador y que existe una resistencia heredada de una tradición parisina que dictamina no ponerlo en la heladera.
La diferencia es que la ciudad de París está en el paralelo 50 y las temperaturas de esa región son como las que aquí hay en la zona de Tierra del Fuego, aclaró.
Por otra parte, destacó que es importante que el vino no sufra grandes oscilaciones de temperatura porque eso deteriora su calidad.
Cambio de hábitos
Para Mendoza, los argentinos están redescubriendo el vino y sus valores históricos en contraposición con la cerveza que la asocia a la frivolidad.
Donde tengamos que buscar una celebración el vino es un buen exponente, se toma algo de cultura y eso se aprende, rescató el especialista.
El enólogo destacó que lo esencial para disfrutar de las bondades de un buen vino son las buenas compañías y otra de sus sugerencias que derivan en un aprendizaje, es guardar las etiquetas con fechas y los motivos que originaron el descorche de esa botella.
Un encuentro amoroso, la graduación de un hijo, un viaje muy especial, o cualquier otro motivo que traiga a la mente recuerdos memorables asociados con al sabor de ese vino.
En los años 80 se acostumbraba más tomar vinos blancos y con poca presencia varietal.
En los años 90 cuando la medicina encontró fundamentos biológicos y hasta curativos para el vino tinto, el consumo se volcó más al malbec, al pinot noir y al cabernet sauvignon.
Para disfrutar del vino, lo importante es no tomar más de 3 copas por comidas para los hombres y dos copas para las mujeres. El peligro es que el vino se lo beba al hombre, aconsejó.