Corría el año 1973 y Miguel Bonasso se desempeñaba como jefe de prensa del Frejuli, el frente que llevó al poder a Héctor Cámpora y que luego permitió el retorno de Juan Perón. Por ese entonces -cuenta el escritor- el Tío le pidió que le organizara una conferencia de prensa en Buenos Aires a un joven dirigente de La Rioja, que acababa de ser electo gobernador de esa provincia. Ese hombre era Carlos Saúl Menem.
Bonasso lo recuerda así: Llegó en un coche sport con otro ñato, con una pinta de buscavidas infernal. Tenía una pilosidad extremadamente exagerada, aún para los estándares de los 70. Empezó a hablar de «nuestros hermanos en la montonera y el socialismo». A mí nunca me engañó, siempre me pareció un chanta desde el primer momento en que me lo presentaron.
A pesar de los años y los contextos históricos, Bonasso sigue pensando igual o peor de Menem. Dice que el libro Vendepatrias que escribió Perón se ajusta como un traje a medida para el ex presidente. Con Menem, el peronismo perdió su matriz histórica. El utilizó al pueblo como un puente para llegar al poder. Esa es la verdad de la milanesa, enfatiza y luego se sorprende por lo que acaba de decir: ¡Qué curioso! Cuando asumió Cámpora, en su discurso inaugural del 25 de mayo del 73, el Tío dijo: «El pueblo no puede ser más un escalón para treparse al poder». Eso es exactamente lo que hizo Menem, prometiendo el salariazo y la revolución productiva, para después hacer una alianza con los Alsogaray.
A desalambrar
¿Es cierto que piensa volver a la política?, le pregunta La Capital. Uno no deja nunca la política, responde en forma escueta. ¿Cómo es eso de que hay que armar un frente que incluya a la CTA, la Iglesia, Techint y la CGT de Moyano?, insiste este diario. Es una idea como para explicar en una conferencia, no en una entrevista que, por el espacio, queda como una opinión acotada. Pero sí creo que hay que armar un frente nacional productivo para oponerse al capital financiero internacional y nacional, que son los grandes enemigos de la Argentina. El país necesita, como en el 45, una suerte de Partido Laborista que tenga un gran poder político como para enfrentar a los mercados. ¡Pero que quede claro! No soy compañero del ingeniero Rocca (titular de Techint). Soy compañero de Víctor De Gennaro, de algunos dirigente del Frepaso, del cura Farinello y de sindicalistas que están con Moyano y que en su momento se enfrentaron con la dictadura.