Cuando la familia real británica se reúna mañana por la noche en el castillo de Sandringham para celebrar Nochevieja, es posible que haya una pequeña caja en la entrada de servicio, ya que los empleados y miembros de la servidumbre de segundo rango pagan entrada, equivalente a unos 30 dólares. Según los periódicos británicos, los que no paguen tendrán que mantenerse alejados del buffet frío. Y cuando el viejo reloj situado en la habitación donde está la chimenea marque las doce, los que no hayan pagado tendrán que quedarse en la sala del televisor mientras los demás brindan por el año nuevo.
Pagar por trabajar es algo que no se había dado hasta ahora ni siquiera en casa de la reina. Pero el príncipe Eduardo, que organiza la fiesta de Nochevieja, no se da cuenta de que los empleados son también los que se sirven a sí mismos.
El hijo menor de la reina Isabel II es desde hace siete años propietario de una empresa productora de televisión que da numerosas pérdidas y que sólo sobrevive gracias a abundantes inversiones del sultán de Brunei y de otros amigos de la familia. Pero precisamente por eso, se afirma, se le ha subido a la cabeza la fiebre del ahorro. Por lo menos en lo referente a otros.
Los peores patrones
La familia real británica está considerada desde hace tiempo uno de los peores patrones del imperio insular. Sin embargo, según los especialistas en cuestiones reales, la opinión entre los cerca de seiscientos empleados de palacio nunca había sido tan negativa como en este fin de año.\Decir que la moral ha alcanzado niveles mínimos sería la subestimación del siglo, asegura un empleado de la corte citado por el diario británico Daily Mirror. Ya se ha hablado de huelga, se afirma.\Según estudios del periódico Sunday Telegraph, algunos colaboradores perciben un salario de unos mil dólares mensuales. Junto con su contrato de empleo reciben un formulario de solicitud de ayuda social. El volumen de los sueldos se deriva en parte de manera directa de su valor en el siglo XIV.\Para los Windsor no es tan fácil ahorrar. Hace algunos años la reina Isabel autorizó que se pusiera un anuncio apelando a los jubilados para que pasaran a formar parte de su servicio sin obtener un salario por ese trabajo.