Pedro Squillaci
Sofía mira con ojos penetrantes. Es femenina. Quizá más que el común de las mujeres. Tiene silueta agradable, tez morena, rasgos angulosos y labios finos prolijamente pintados. Cuando habla se tira su cabello para atrás y usa permanentemente las manos para expresarse. Por la calle se dan vuelta para mirarla. Los datos podrían corresponder a una mujer más de Rosario. Pero no es tan así. Sofía nació varón. Vivió toda una vida en un cuerpo que jamás sintió como propio. Hasta que se cambió de sexo en Chile y decidió tramitar su nueva identidad. La noticia salió a la luz el 30 de noviembre de 1999 cuando La Capital publicó en exclusiva que un juez rosarino autorizó a un transexual a cambiar su identidad (ver facsímil). La resolución es la primera de este tipo en la provincia y la cuarta en el país. Ahora, a 13 meses de aquel fallo ella está a punto de recibir su documento con su nuevo nombre, y por primera vez se decidió a dialogar con un medio gráfico, aunque prefirió eludir las fotos. Al fin me siento completa, estaba cansada de vivir fingiendo, dijo ayer en un reportaje con este diario. -¿Siempre te sentiste diferente? -Desde la niñez me daba cuenta de que sentía diferente, que quería jugar con las nenas, que me gustaba hacer collarcitos y jugar con las muñecas. Era lo que yo sentía, y yo me daba cuenta de que no estaba bien, que los chicos no hacían lo mismo que yo. En ese momento pensaba: Ya se me va a pasar, quizá era como un escape. Pero yo seguía tratando de tener actitudes de varoncitos. Es como que vivía en dos mundos: el mundo que yo tenía que tener y el que realmente sentía. -¿Te discriminaban con cargadas y desprecios? -No tanto, quizá en la niñez. -Cuando eras varón, ¿nunca deseaste a una chica? -No lo sentía. A mis amigas las quería como amigas. Si quería algo de ellas era la pollera (risas). Quería su mundo, me sentía parte de ese mundo, pero había algo en mí que no iba. Genéticamente no había nacido así. -¿Nunca pensaste que podía ser una enfermedad? -Pensé de todo. Hasta me hice un tratamiento para cambiar mi composición hormonal. Pero en realidad tengo más hormonas femeninas y menos hormonas masculinas que cualquier mujer. Los médicos me dijeron que hay uno o dos casos como el mío cada 250.000 personas. -¿Cuándo empieza la conversión física? -Para esto hace falta una explicación de mi historia. Yo tengo 37 años, de los cuales 15 estuve en pareja con un vecino mío. Tenía casi 18 años cuando comencé a salir con él y fue el primer hombre que estuvo conmigo. Yo siempre me sentía distinta, pero él no quería que yo me operara. El me amaba más allá de todo. No le importaba que yo fuera un varón. Entonces yo estaba tranquila, me sentía realizada, ni me vestía como mujer ni nada. Pero el quiebre se da cuando me separo de él. Es como que perdí mi mitad. No lo tenía a él y tampoco me tenía a mí. -¿En esta instancia cuál fue el rol de tu familia? -Fue determinante. Ellos estuvieron siempre conmigo, nunca estuve sola. Todo se planteaba, aunque costaba lágrimas y sufrimiento. Ahí fue cuando ya a dos años de mi separación comencé a transformarme, a vestirme más como mujer. A raíz de este cambio conozco a mi actual pareja, que ya me conoce como Sofía. -Ahí decidiste operarte. -Bueno, fue una charla con mi mamá, ella me incentivó porque estaba cansada de verme sufrir. Pero a mí, aparte de mi físico, también me molestaba la parte legal. No quería operarme para ser una mujer, y seguir siendo un hombre en los papeles. -¿Cuánto te costó la operación? -Mucho, fueron 7.000 pesos más la estadía en Chile. Mi familia es de clase media, yo hago panqueques y vivo de eso. La intervención se pagó con una indemnización que cobró mi papá y sacamos un crédito por 4.000 pesos más. Por eso digo que mis viejos me parieron dos veces, se bancaron todo. -¿Tu cuerpo quedó exactamente como el de una mujer o sólo te sacaron los genitales masculinos? -No, soy una mujer, tengo vagina y no hay en mí nada de plástico como muchos piensan erróneamente. Mi cuerpo es normal. Tengo el dibujo de la vulva y la vagina perfecta, y hasta tengo el clítoris, que se construye con el tejido eréctil del pene. O sea, puedo tener relaciones con un hombre y sentir. Hasta puedo tener orgasmos. -Ya sos mujer, con papeles y todo. También tenés pareja. ¿Qué deseo pedirías para el año que se inicia? -Mi sueño es casarme de blanco. Entrar a una iglesia con mi papá del brazo y que me espere en el altar el hombre que yo amo. Fue mi sueño de toda la vida.
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