Pablo R. Procopio
Si te vas a picar, corré menos riesgo. La frase estará impresa en los folletos que acompañarán los kits de material de inyección para los usuarios de drogas inyectables. Será la primera vez que en Rosario se repartan jeringas con el objetivo de reducir los daños en los adictos que se inyectan. Los promotores de la iniciativa no descartaron la crítica de los moralistas que defienden el método que consiste directamente en prohibir el uso de estupefacientes. La modalidad que se utilizará en Rosario es tildada por sectores conservadores como apología de la droga. La Universidad Nacional de Rosario (UNR) lanzó ayer el Programa de Reducción de Daños y Prevención del HIV/Sida en usuarios de drogas de la ciudad. El plan fue aprobado y estará subsidiado por el proyecto Lusida del Ministerio de Salud de la Nación. El innovador programa fue presentado por el Centro de Estudios Avanzados en Drogadependencias y Sida (Ceads) de la UNR y la Fundación Universidad Nacional de Rosario y logró ser aprobado por el Lusida. El programa tiene como objetivo general realizar actividades tendientes a la reducción de daños y modificación de actitudes y conductas de riesgo de transmisión en sujetos consumidores de drogas y drogadependientes, proporcionándoles asesoramiento, información y asistencia. Entre las actividades habrá talleres, capacitación a los adictos para que se conviertan en promotores comunitarios e intervenciones en terreno que incluyen la distribución de material informativo, folletería, preservativos y el polémico material de inyección (con dos jeringuillas). El lanzamiento se iniciará esta semana e incluye varias etapas. La primera consiste en tareas de concientización con distribución de material, folletería y preservativos, además de la convocatoria a los talleres de reducción de daños que se realizarán en el hospital psiquiátrico Agudo Avila (Suipacha y Santa Fe). Al principio se harán recorridas en bares y boliches porque la idea es focalizar el trabajo de calle donde están las escenas de la noche rosarina, dijo la directora del Ceads, Silvia Inchaurraga. Se va a repartir un volante para convocar a los talleres donde se hablará de los temas relacionados con las drogas. Después, el trabajo de terreno seguirá a partir de los contactos con los usuarios de estupefacientes. En rigor, serán seleccionados líderes (o promotores) comunitarios que van a tener una función de agentes de salud y se incluirán al equipo de profesionales que llevarán adelante el proyecto. Se trata de personas con capacidad de liderazgo que tengan relación con consumidores a quienes se les distribuirán los equipos de inyección. Nos ayudarán a encontrar lugares y personas que no conocemos, emparentados directamente con el consumo endovenoso, sostuvo. Tanto el equipo profesional como los adictos capacitados saldrán a la calle desde abril. Esto no es sólo un programa de cambio de jeringas, sino una intervención puntual durante tres meses (abril, mayo y junio). Nos interesa llegar a la población escondida. Por eso la necesidad de trabajar con los usuarios de drogas, incluyendo a los de las villas. La idea es llegar a otras zonas donde no hemos actuado todavía, expresó Inchaurraga. Se calcula que en la ciudad hay al menos unos 5 mil adictos que se inyectan. La idea es poder llegar a 500 con el reparto de jeringas. No obstante, el resto de la asistencia contempla miles de usuarios. Partiendo de la base de que algunas veces no sólo se comparten las jeringas, sino otros implementos que generan riesgos, los descartables no se entregarán solos. Se va a repartir una cajita que contiene dos jeringuillas, agua destilada, algodón, material informativo sobre inyección y un recipiente estéril para preparar la droga. Lamentablemente esto va a traer polémica, disparó la profesional al reconocer que para muchos, quienes consumen drogas son ciudadanos de segunda categoría y no les importa demasiado su salud. En efecto, los promotores de la iniciativa temen una reacción moralista en cuanto se conozcan los alcances del proyecto. Este programa, apadrinado por Lusida, está financiado por el Banco Mundial que estableció incluir la reducción de daños. Más del 40 por ciento de los casos de sida en la Argentina se debe al uso de drogas inyectables. En la Argentina hay drogas que se prohíben al punto de que el primer tratamiento que recibe un usuario es la cárcel, descerrajó el investigador rosarino, Pablo Siri a La Capital.
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