Año CXXXIV
 Nº 48981
Rosario,
jueves  28 de
diciembre de 2000
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Momentos de tensión en la puerta del colegio toba, ante el ministro de Educación
Por la presión de los padres, separan a la directora y la ecónoma de la escuela 1333
Rébola dijo que es una decisión provisoria y preventiva. Ambas mujeres fueron blanco de insultos y cascotazos

La factura con crema dio en la cara de la ecónoma de la escuela toba Nº1.333, quien se retiró presurosa en un móvil policial. Atrás, centenares de padres enardecidos le gritaban ¡asesina!, la escupieron y le tiraron cascotazos de barro sobre la luneta del vehículo. La escena fue la síntesis de la catarsis colectiva que protagonizaron ayer los papás tras la intoxicación de sus hijos. Después vino una tensa calma. La comunidad toba, dolida, había logrado parte de su objetivo: la directora del establecimiento donde funciona el cuestionado comedor escolar, Nélida Damato, y la mujer que supervisó la alimentación que afectó la salud de los chicos, Stella Maris Quirós, fueron separadas de sus cargos. No vamos a permitir nunca más que nuestros hijos coman la porquería que les dan, advirtió una madre.
Gritos. Desesperación. Mujeres desbordadas con lágrimas en los ojos. Empujones. Impotencia. Centenares de padres se convocaron espontáneamente ayer a la mañana en el patio de la escuela toba Nº1.333 para pedir la expulsión de la directora y la ecónoma del establecimiento. Allí y en la escuela Nº1.334, de Rouillón al 4300, 500 personas -en su mayoría menores- resultaron intoxicados anteayer por ingerir facturas con crema pastelera del comedor del colegio. La crema había perdido la cadena de frío y provocó que cientos de alumnos sufrieran vómitos, diarreas y picos de fiebre. Muchos fueron internados.
El escenario era patético. Los tobas, con los pies en el barro, hundidos en la pobreza y sus dramas, expresaron su indignación a viva voz. Algunos decían que era una masacre histórica al pueblo toba, otros que protestarían ante las Naciones Unidas, las mujeres pedían trabajo porque con cien pesos por mes no se puede vivir y no faltó quien sumó desesperación al relatar que tres chicos murieron por la intoxicación, dato que después se confirmó que era falso.

Rébola salió de recorrida
En medio de ese clima, el ministro de Educación provincial, Alejandro Rébola, llegó al lugar para intentar calmar los ánimos. En las primeras horas de la mañana visitó a los intoxicados internados en los hospitales Zona Norte, Víctor J.Vilela, Heca y Provincial. El cierre de la recorrida fue en la escuela 1.333, donde tenía previsto encontrarse con el juez correccional Julio César García y el personal del colegio. El juez que lleva adelante la investigación por este hecho nunca llegó y Rébola dialogó con los directivos del establecimiento.
No fue fácil para el ministro sortear la valla de la gente desbordada. El momento fue tan confuso, que la directora y la ecónoma estaban encerradas en la dirección del colegio con una custodia policial que exhibían armas largas.
Rébola decidió separar a las dos mujeres del cargo provisoria y preventivamente y ordenó cerrar el comedor del colegio. Mientras duren las investigaciones las 1.100 raciones de comida que se elaboraban allí serán suministradas por la Cocina Centralizada de Granadero Baigorria. Ahora lo único que falta es que les den comida con vidrios a los chicos, se quejó un papá recordando los incidentes que ocurrieron a principios de año en la Cocina Centralizada.
La primera intención del ministro era separar del cargo solamente a la ecónoma pero dada la presión de los padres y el descontento manifestado contra la directora, decidió que momentáneamente Nélida Damato también abandone su puesto. Lo hacemos por su seguridad, le explicó Rébola a Damato. Con la cabeza baja la directora asumió la orden del funcionario y se retiró de la escuela en un móvil policial sorteando los cascotazos y soportando escupitajos e insultos.
Todo se puso más denso cuando se retiró la ecónoma, sobre quien se descargó toda la artillería. Al grito de ¡asesina! le tiraron distintos proyectiles, pero el que más le dolió fue una de las facturas con crema pastelera que formó parte de las raciones en mal estado. Es que fue justamente su hermano, Claudio Quirós, quien preparó esas facturas. Le compramos a él hace tres meses. La comida la hace en su casa, todavía no tiene la habilitación municipal, pero necesita el trabajo, argumentó la ecónoma cubriendo a su hermano. Es mi hermano y está desocupado, ¿usted no le hubiese dado una mano?, insistió.
Según admitió la ecónoma, las facturas con crema pastelera, que se dieron como postre en el almuerzo de anteayer, estuvieron fuera de la heladera desde las 7 de la mañana de ese día hasta las 11.30, en momentos en que la sensación térmica rozaba los 40 grados. Las facturas no se guardaron en la heladera porque la escuela tiene solo una y estaba ocupada.
Antonia Castro, abuela de cinco nietos intoxicados, aseguró que las facturas eran del viernes y que siempre les dan de comer las sobras. Esos chicos, como muchos otros, ya se recuperaron y están correteando por el barrio. Pero la indignación de la comunidad toba continúa.



El ministro Rébola debió atender a los padres.
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