Un horror. El pánico se apoderó ayer de la gente que llegaba corriendo al Centro de Salud de la Comunidad Toba, ubicado en la zona de Rouillon al 4300. Cientos de niños con vómitos, sudoración y diarrea eran llevados al dispensario, que pocos minutos después de las 13 se vio saturado por chicos enfermos y padres desesperados. La intoxicación masiva se produjo presumiblemente con un postre distribuido en las escuelas 1.333 y 1.334 de la zona oeste de la ciudad. Dos horas después de haberse detectado a los primeros afectados, las ambulancias del Sies y la de empresas de emergencia no alcanzaban para responder a la demanda. Entonces fue necesario recurrir no sólo a autos particulares sino también a taxis, patrulleros y colectivos para trasladar pacientes y familiares. Unas 500 personas, en su mayoría pequeños, fueron atendidas en distintos hospitales y centros de salud. De acuerdo a datos suministrados por las áreas de salud municipal y provincial, unas 280 personas debieron ser internadas al menos por un par de horas. Un niño de apenas un año permanecía anoche en la unidad de cuidados intensivos del Hospital de Niños Víctor J. Vilela. En el Heca, un joven de 18 años estaba en terapia y dos mujeres de 50 y 46 años eran atendidas en la unidad coronaria.
Tenemos una intoxicación aguda con alimentos y la situación está desbordada, confesó ayer a La Capital uno de los médicos del dispensario del barrio Toba, ubicado en Rouillon al 4300. Nunca vi un cuadro semejante, ratificó Olga Lifchitz, jefa del centro de salud. La apreciación de la médica coincidió con la de todos los funcionarios municipales y provinciales.
Las ambulancias del Sies llegaron al lugar en forma incesante, pero no eran suficientes. La policía debió intervenir para tratar de controlar a los familiares de los pacientes. Queremos que se lleven a los chicos lo antes posible al hospital, reclamaba Ambrosio, un toba con un nieto de diez años que no cesaba de vomitar. El pedido se repetía una y otra vez.
Fueron necesarias ambulancias de distintos servicios privados, pero tampoco fueron suficientes. Los policías llamaron a las distintas empresas de radiotaxis para pedir colaboración, dijo Ricardo, un tachero solidario.
No sólo los chicos fueron afectados. También hubo adultos y algunas mujeres embarazadas, cuya situación generó más preocupación entre los médicos del dispensario.
Los alumnos de la Escuela Nº1.333 consumieron ayer fideos con salsa, mientras que los estudiantes del establecimiento 1.334 comieron arroz primavera. Pero en los dos centros educativos se distribuyó una factura de hojaldre con crema pastelera, preparada en una panadería privada. Tanto funcionarios provinciales como municipales coincidieron en señalar que las principales sospechas de la causa de la intoxicación masiva pesan sobre ese postre.
El intendente Hermes Binner llegó hasta el dispensario del barrio Toba para interiorizarse de la situación. Afortunadamente no hay cuadros de extrema gravedad, dijo luego de conversar con la secretaria de Salud, Mónica Fein y la jefa de Epidemiología municipal, Mónica Liborio, quien se hizo presente en el lugar pasadas las 13.30.
También llegó hasta el barrio el jefe de la Unidad Regional II de Policía, Francisco Previtera, y el titular de la Región VI de Educación de la provincia, Andrés Rattaro. El flamante funcionario puntualizó que el proveedor de las facturas está siendo investigado y señaló que si se confirma que fue el responsable de la intoxicación masiva cesará la concesión.
Autoridades de Bromatología provincial, del Instituto del Alimento municipal y de la División Criminalística de la policía tomaron muestras tanto de la salsa utilizada con los fideos como de la factura repartida entre los estudiantes.
Liborio señaló que hoy podrían conocerse algunos resultados preliminares de los análisis practicados sobre las muestras. No obstante, los informes finales demorarán entre 48 y 72 horas.
Los hospitales, a full
Según los datos oficiales, unas 500 personas sufrieron síntomas de la intoxicación por lo que debieron hacer consultas en hospitales y dispensarios provinciales y municipales. Sin embargo, cerca de 700 personas comieron en las dos escuelas. De éstas, 280 tuvieron que ser internadas.
El Hospital de Niños Víctor J. Vilela recibió a la mayoría de los afectados. Los chiquitos (y sus familias que esperaban afuera) abarrotaron la sala de guardia del hospital. Estaban en las camillas, sentados y acostados en el piso y sobre escalones. Casi todos hacían un gesto idéntico, se tomaban el estómago. LLegaron deshidratados y decaídos. Los médicos corrían por los pasillos del centro asistencial, sorteando el líquido que los niños habían despedido minutos antes. El personal de limpieza utilizaba agua lavandina para limpiar la suciedad.