Patricio Huerga tiene 36 años, estudió cine en Buenos Aires y suele hacer cosas que por peso propio terminan en los diarios. Aparte de sus ganas para filmar, su rutina lo tiene afectado a una de las empresas más importantes que esta ciudad vio nacer -y crecer- en los últimos tiempos: es uno de los mentores y profesores del Programa Municipal de Natación para Discapacitados, que desde hace tres años -en una experiencia inédita en la Argentina- echa a nadar por el Paraná a niños y adolescentes con dificultades mentales. Todos los años desde hace tres, en marzo, la comunidad arroyense se conmociona ante un reto que una veintena de adolescentes encaran para superarse: nadar en el Paraná. Cada año, la apuesta es más grande, y en el 2000 ocho pudieron cruzarlo, sin más ayuda que el entrenamiento que tienen -como deportistas convencionales- todos los días en la pileta. Si a los niños discapacitados se los llama especiales por algunas de sus limitaciones, los de este equipo lo son también por sus aptitudes: no cualquiera se lanza a desafiar el Paraná; doble apuesta para chicos que deben superar más que la corriente para nadar. Sin embargo, verlos deja tantas enseñanzas como lágrimas. Detrás de esto están los sueños de Patricio y del resto del equipo de entrenadores. Su sueño se concreta a través de los chicos, y de sus padres, a quienes tantas veces les deben haber dicho que la pena iba a ser una constante en su vida. Ahora Patricio sueña con su próxima película pero, además, en marzo, sus nadadores unirán Rosario y Arroyo Seco. Se tirarán en el Monumento a la Bandera, se turnarán en postas, y su nado desembocará en un mar de aplausos y abrazos. Después, los merecidos premios y los choripanes. Y nuevos sueños para superarse.
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