Javier Felcaro
Haciendo gala del mismo tono con el que todos los martes y jueves se dirige a miles de argentinos a través de las cámaras de televisión, Mariano Grondona dejó por sentado que de los primeros doce meses de la gestión de Fernando de la Rúa hay muy poco para rescatar: La Alianza no se preparó para una administración fundamentalmente económica.
Según el conductor de Hora Clave, la expectativa de la gente está fijada en el crecimiento, más allá del cumplimiento de las premisas en defensa de la ética. Y, en momentos en que el gobierno trata de relanzar su gestión y la coalición UCR-Frepaso de recomponer su frente interno, Grondona aseguró a La Capital que se está conformando otra alianza.
-¿Qué se puede rescatar de este año de la Alianza en el poder?
-Uno puede hacer una narración del país en un lapso relativamente largo o corto. De la Rúa, en sí mismo, no tiene mucho de rescatable este año. Por eso prefiero verlo como el segmento de un trayecto que la Argentina está encarando, un aprendizaje de cómo es la democracia capitalista avanzada. Un aprendizaje con errores y fracasos que no va a llevar un año o dos.
-¿Cuánto tiempo más llevará?
-Creo que cinco presidencias más. Si usted empieza a pensarlo así, ya no es tan dramático. Somos un país que está entre los más ricos de los pobres y, para llegar a ser el más pobre de los ricos, hay un río muy ancho para cruzar. Yo creo que en 20 años saltamos el charco, pero no va a ser tan fácil.
-El rumbo fijado fue minando el ala progresista del gobierno.
-Acá hubo un gran malentendido, del cual todos somos partícipes. En 1996, cuando Carlos Menem lo despidió a Domingo Cavallo, muchos creyeron que era el fin del mundo. Todo siguió igual y se habló de una economía en piloto automático. Aparentemente, en el 97 y el 98 la economía creció muy bien y se instaló la idea de que venían asignaturas éticas y sociales. Cuando llegó la campaña electoral, a De la Rúa lo eligieron porque no innovó, mientras que Eduardo Duhalde habló de la deuda externa y perdió. Pero, cuando llegamos a fines del 99, la economía ya se estaba poniendo muy pesada. Y ahora tenemos un problema.
-¿Falló el diagnóstico?
-La Alianza no se preparó para una administración fundamentalmente económica, sino para una gestión ética y social. Por eso Chacho Alvarez fue muy importante. Pero, cuando un país tiene nueve trimestres de recesión, a la gente le importa que vuelva el crecimiento. Esa es la antesala de todo lo demás y es lo que explica esta especie de perplejidad de De la Rúa.
-¿Cómo analiza el paso de Alvarez por la Casa Rosada?
-Tengo un gran respeto por Chacho, pero no coincido con su diagnóstico. El cree que la lucha contra la corrupción es la premisa de todo lo demás. Para mí es el desarrollo económico. Italia creció como loca en las décadas del 40, 50 y 60 y después vino el mani pulite. Acá se puso mucho énfasis en conseguir a alguien más presentable que Menem, porque se suponía que lo económico iba a andar. Pero ahora la gente empieza a apretar las marcas.
-Casos como el escándalo en el Senado siguieron ensanchando la brecha con la gente.
-Si el político a usted le rinde, en un segundo momento de análisis se le pide que sea puro. Si no le rinde y además es impuro, es intolerable.
-Y eso es lo que está pasando ahora.
-Sí, pero no hay que equivocarse: lo que realmente quiere la gente es que haya crecimiento económico. Además, no hay que engañarse ni ser tan cínicos con este tema. La corrupción tiene raíces muy profundas y está generalizada. Pensemos en la evasión.
-¿La Alianza está en terapia intensiva?
-Tengo la impresión de que se está conformando otra alianza. Si De la Rúa profundiza este curso económico, al que no sé cómo llamarlo... liberal, va a haber otra coalición con parte del radicalismo y el Frepaso, y quizás con el apoyo del justicialismo, el cavallismo y el Fondo Monetario Internacional.
-La atomización del PJ le sigue otorgando un plus al gobierno.
-De alguna manera, a De la Rúa lo favorece que el justicialismo no tenga un líder indiscutido. De lo contrario, estaría terriblemente presionado. El peligro para el presidente es sufrir una derrota electoral importante la próxima primavera. Y si hoy hubiera una votación la pierde.
| |
La Ciudad
