En la vida de Mercedes Sosa fue gravitante su identificación política y es por eso que dice siempre creí en el hombre, una de las frases máximas en el discurso de los sectores mayoritariamente agnósticos, dentro de la tradición política de la izquierda argentina. Pero cuando le tocó sufrir una enfermedad severa, hace dos años atrás, se reconectó con el mundo de las creencias que siempre estuvieron en su familia y dejó de lado las ciencias positivas, desinteresadas en explicar los supuestos fenómenos del más allá. Cuando me sentí tan enferma dije las mismas palabras de Cristo: «Dios mío, porqué me abandonás». De a poco empecé a creer en la Virgen del Luján, le llevé flores a la Virgen del Valle, dice. Soy católica, afirma. En mi familia siempre fuimos creyentes, aunque he estado identificada políticamente con la izquierda. Me casé por iglesia, a mi hijo Fabián lo bauticé y tomó la comunión. Además nunca ofendí la condición religiosa desde mis canciones. Por ejemplo Atahualpa le hace preguntitas a Dios en sus canciones, yo nunca haría preguntitas porque sé que no me las pueden responder. La reciente muerte de su madre la impactó de lleno a la Negra. Cuando ella murió fue un gran golpe para mí -dice-, pasé a ser la jefa de la familia. Nosotros traemos de Tucumán una tradición de matriarcado y de alguna manera sigo sintiendo eso. Allí fue cuando me encomendé a la Virgen del Valle y sentí una tranquilidad muy grande. Empecé a dormir mejor, sentí que estaba aprobada. Mercedes Sosa aprendió el folclore escuchando LV 7, Radio de Tucumán. Allí conoció a Margarita Palacios, Marta de los Ríos, Antonio Tormo, Los Chalchaleros, Los Cantores de Cuyo, Atahualpa que hizo conocer la lunita tucumana en todo el mundo. Para nosotros era como un Dios, recuerda. Toda música de muy buena calidad. Desde su debut en 1965 en el festival folklórico de Cosquín, en la mediterránea provincia de Córdoba, la cantante de rostro aindiado inició un exitoso camino que la condujo encarnada en una verdadera leyenda de los ritmos latinoamericanos al Carnegie Hall de Nueva York, al Concertgebouw de Amsterdam y a la Plaza de Toros de Madrid, entre otros escenarios. Tras una infancia extremadamente pobre, pero abrigada por los afectos primordiales, de una familia que nada tenía que ver con el arte, ganó a los 14 años un concurso radiofónico. Más tarde se casó con el músico Oscar Matus, con quien tuvo un hijo e integró Nuevo Cancionero, un movimiento de honda envergadura musical que circuló por toda América Latina. Su proyección internacional estuvo muy relacionada con su segundo matrimonio con Francisco Mazzitelli, ya fallecido, que se convirtió en su compañero y manager. Así nacieron grandes éxitos como Mujeres argentinas, Homenaje a Violeta Parra y Mercedes Sosa interpreta Atahualpa Yupanqui. Cuando se le pregunta si hay algún artista con quién quiere compartir un escenario y aún no pudo, sin dudarlo Mercedes dice: Santana, y perdió la oportunidad de entonar un oye como va..., disfrutando, por anticipado, una de las pocas experiencias artísticas que desea y todavía no pudo cumplir.
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