Rodolfo Montes
Mercedes Sosa nació un 9 de julio, según parece hace 65 años, en Tucumán, y es inevitable, casi obvio, encontrar analogías entre su figura y la de la misma patria argentina. Ella es la voz de la tierra y de la gente y si bien su espacio es el folclore atravesó sin prejuicios casi todos los géneros musicales, desde rock y pop, la ópera, hasta el tango y la música melódica. En Buenos Aires vive en un clásico departamento con un balcón sobre la avenida más ancha del mundo, la 9 de Julio -toda una casualidad- y allí recibió a Escenario para hablar de todo. La Negra, dicen, es una mujer brava. Y tal vez por sus raíces, necesita encender motores y entrar en clima, antes de desnudar su alma. Una vez lanzada, su discurso florece imparable y recorre todos temas a la vez, superpuestos, caóticamente. En un living en semipenumbras y donde abundan artesanías de México -todas reproducciones, porque las originales está totalmente prohibido sacarlas del país, aclara-, se queja por una molestia que persiste en su ojo izquierdo, producto de una muy reciente operación de cataratas. Le implicó el cambio del cristalino del ojo, que ha envejecido y ya no tiene flexibilidad. Mercedes Sosa cuando quiere decir algo importante, lo canta. Y brindó a quién escribe varios mini-recitales, de una estrofa de duración, que fluyeron espontáneamente cada vez que necesitó ilustrar ciertos conceptos. -¿Qué trabajo está preparando en este momento? -Estoy preparando unos duetos con distintos artistas españoles y vamos a hacer el disco con el show del Luna Park, que incluye Romance de barrio de Troilo y Mansi, Lucerito del chico mirón que es una joya, igual que Flor del campo de Carnota y muchos temas hermosos más. -¿De su gran trayectoria, conserva alguna imagen en la memoria que le dé un placer especial? -Hay muchos momentos maravillosos pero fue muy impresionante cantar La misa criolla con un coro de 574 integrantes en Mendoza en 1994. Otro momento muy sublime fueron los shows del teatro Opera de 1982, cuando volví después del exilio y se derrumbaba la dictadura militar. -¿Muchas veces le pasó tener que resignar una oportunidad como la de cantar junto a Sting en el estadio Nacional de Santiago de Chile en enero próximo? -No, creo que es la primera vez que me pasa tener que decir no a algo tan importante como cantar con Sting. Lo que pasa es que ya tenía comprometida mi actuación en el cierre del festival de Jesús María. -¿Lo admira mucho a Sting? --Sí, tiene una voz increíble, propia, imposible de imitar. Es como Joan Baez y, sin falsa modestia, como mi voz. Tenemos el milagro de cantar con un color propio. No es posible imitarnos. Porque cada canción la cantamos de una manera distinta. -¿Existe un reverdecer del folclore, con más llegada a las generaciones jóvenes? -Desde hace mucho tiempo que tenemos el reverdecer, lo que ocurre que lo atajaban en la General Paz. Ahora tenemos una radio exclusiva para nuestra música, que dan difusión a todos los artistas, los consagrados y los nuevos. -Igualmente, usted viene interpretando a autores de varios géneros, no solo folclóricos. -Le diría que desde el año 77 cuando grabé con Milton Nascimento y Chico Buarque comencé a experimentar otras músicas, incluso en otro idioma. (se refiere a un histórico recital en el estadio Maracanaziño, como un Luna Park, en Río de Janeiro). Después grabé con muchos artistas internacionales, pero siempre mi mayor agradecimiento es a Brasil, un país fantástico. -¿Le resulta difícil interpretar otras lenguas? -Necesito trabajar mucho tiempo las canciones, hasta congraciarme con ellas. Y cometí errores varias veces. Por ejemplo, con Pavarotti dije lámpara en vez de lampare. Lo más difícil es cantar en otra lengua, las palabras son muy grandes. También canté en griego una traducción de Bodas de sangre (de Federico García Lorca), me llevó muchas horas poder hacerlo. -Sin embargo los públicos, con sus interpretaciones, logran emocionarse de todas maneras, aun cuando usted canta en castellano. -La gente lo disfruta porque se comunica algo que excede lo verbal, y el público lo capta. -¿Le gusta cantar tangos? -Lo estoy haciendo más seguido, estoy aprendiendo. El problema es la r, los norteños tenemos dificultades para pronunciarla, resulta agresiva a mí garganta. Cuando canto Los mareados y empiezo rara... usted sabe que me tengo que concentrar sino no me sale. -¿Cuando usted participa en shows de otros artistas, cantando algún tema, en qué condiciones lo hace? -Siempre que colaboro con otros artistas no cobro un centavo, cuando usted me escucha con Los Nocheros, Abel Pintos, María Soledad Gamboa y tantos otros lo hago solo porque me gusta. -Además de apoyar a otros artistas, también es embajadora de Unicef en Sudamérica, ¿cómo le resulta esa distinción y ese compromiso? -Con los organismos internacionales comencé a trabajar en el 87 y se fue armando una amistad hasta que fui designada embajadora de Unicef. Lo tomé con mucho orgullo, aunque implique mucho trabajo y responsabilidad. Recibo muchos faxes que tengo que contestar, en fin, es un esfuerzo. -Mercedes, sorprendió la encendida defensa que hizo de Fito Páez en oportunidad de la entrega de los premios Gardel, ¿qué pasó? -Yo siempre estoy pateando el tablero... (risas) Dije que por qué lo humillaban tanto poniéndolo en ternas con artistas que no tienen nada que ver con su arte. Del mismo modo que cuando me pusieron a mí junto con Shakira y con la chica Aguilera en el Grammy Latino, es un idiotez. Yo no tengo ninguna posibilidad de ganar contra gente que vende millones de copias de sus discos, que además baila, y lo hacen muy bien y son jóvenes. -¿Pero también lo ganó con la Misa criolla? -Sí y fue un momento vibrante, creí que se trataba de un ensayo, no pensé que era cierto lo que estaba pasando. Siento que mi vida artística siempre fue muy rara, pienso en el premio que me dio Nico Repetto, el Remo, yo siempre remando río arriba y con un pequeño bote... -Es curioso que sienta eso, cuando su trayectoria artística está llena de reconocimientos. ¿De las veces que pasó por Rosario, cuál es su mejor recuerdo? -Recuerdo una tormenta en el río Paraná, en un barco con el Chacho Muller, sufrimos, nos asustamos mucho. Chacho fue un ser muy querido por mí, compartimos muchos momentos cuando mi hijo era chico y nos íbamos con mi compañero Pocho (el marido fallecido de Mercedes) a comer pescado asado en la isla... éramos todos jóvenes y estábamos unidos por la música. -¿Es verdad que tuvo problemas con la distribución de su disco La misa criolla? -Ahora está en las disquerías, después de hacer un poco de lío, logré que distribuyan el disco. -Tenía una invitación para estar en Alemania este 22 de diciembre, compartiendo el escenario con los rockeros de Skorpions, en Alemania. ¿Por qué desistió? -Tenía que estar en Alemania, con Skorpions, José Carreras y otros artistas. Pero en esta época del año los aviones vienen llenos y no me confirmaron el pasaje para volver. Usted sabe, ya no tengo ganas de pasar una Navidad lejos de mi familia. No han hecho bien las reservas, entonces yo no fui. -¿Cuál es el conflicto que tiene con la discográfica? -Me han maltratado y hay muchos detalles que no vienen al caso. Pero le digo que cuando una persona no me contesta un llamado que le estoy haciendo para mí está muerto. Después trataron de recomponer pero ya era tarde. Nunca tuve un problema con ninguna grabadora, hace muchos años que estoy con Universal, que es la misma que fue cambiando de nombre con el tiempo (Phillips, Phonogram, Polygram y ahora Universal). Yo siempre cuidé mi obra, durante 35 años. Descarté ofertas de la Warner en el 92, cuando canté en el Lincoln Center, que me llevaban en limousine a todas partes. Sin embargo permanecí. Ahora veremos como continúo. Todo el problema se originó cuando gané el Grammy Latino, hubieran preferido que no ganara, así no se veían en la obligación de mejorarme el contrato. Si me ofrecen mucho dinero tal vez acepte quedarme en Universal, porque para ser prostituta al menos que sea por mucha plata... (risas) sino iré a otro sello sabiendo que dejo una gran cantidad de obra de muchos años que me duele en le corazón dejárselas. -¿Cómo calificaría su relación con el festival de Cosquín? -A Cosquín no quiero ir más, no me gusta tener peleas. Igual tengo que aclarar que no soy la enemiga de Julio Marbiz. ¿Yo voy andar peleando con Marbiz? Es absurdo, la gente se mete cada idea en la cabeza. Me ofrecieron estar este próximo festival cuando todavía no había terminado el del verano pasado, pero les dije que no. Me tiene cansada todo lo que se habla, andan diciendo que yo tengo demasiadas pretensiones, que pedí pileta de natación. El año pasado alquilé una casa con pileta y fueron periodistas, amigos, todos a bañarse; la gente pasaba en camiones y señalaba mi casa... no me gustó. Yo no necesito pileta, necesito estar tranquila. Ya canté mucho para Cosquín, creo que es hora que trabajen otros artistas jóvenes.
| |