El decano de Derecho, Ernesto Granados, llegó bastante más tarde a la cita con los alumnos y La Capital. Pidió disculpas, se saludó con los alumnos y puesto al tanto de las acusaciones que lo responsabilizan de haber llevado patovicas a la facultad respondió: Nunca tuve temor como para tener a mi lado gente de esa naturaleza; creo que se está buscando generar una situación de provocación. Esto es ridículo. Luego de esa respuesta, ambas parte bajaron totalmente los decibeles de la charla. Se deslizaron chanzas futbolísticas y el decano hasta le preguntó a uno de los alumnos: ¿Por qué me decís doctor si en la facultad siempre me llamás Ernesto? De a poco el debate fue dejando en claro cuáles son los puntos coincidentes y divergentes entre el decano y los estudiantes. Ambas partes dicen que repudian la violencia ocurrida anteayer y están dispuestas a dialogar en los próximos encuentros. Pero se muestran los dientes cuando hablan del proyecto de evaluación para los ingresantes. Los alumnos dicen que es un ingreso restricto solapado, el decano lo niega rotundamente.
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