Año CXXXIV
 Nº 48977
Rosario,
sábado  23 de
diciembre de 2000
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Los alumnos acusan a la máxima autoridad de la casa de estudios por los disturbios
Escándalo en Derecho: "El decano fue con sus patovicas a la facultad"
El directivo negó las acusaciones e insistió en dialogar

Laura Vilche

Hubo gente que frenaba el ingreso de los consejeros estudiantiles. Son patovicas del decano, personal no docente de la Universidad, que estaban allí para impedir el ingreso de los alumnos, dijo ayer a La Capital el secretario general de la Federación Universitaria de Rosario (FUR), Nicolás Giameloni. El dirigente, junto a otros tres estudiantes, señaló al decano Ernesto Granados como el primer responsable de los hechos de violencia que se vivieron anteayer en la Facultad de Derecho. Sin embargo, Granados negó todos los cargos en su contra y respondió: Cuando no hay diálogo hay responsabilidad compartida. Ni yo soy el malo de la película, ni los estudiantes. Lo que no creo es que haya que aceptar las condiciones de las agrupaciones estudiantiles o resignarse a la guerra.
El proyecto impulsado por el decano, que pretende que los ingresantes aprueben un examen para cursar como regulares el primer año de la carrera, fue lo que motivó el fuego cruzado entre él y los alumnos. Anteayer, el Consejo Directivo de Derecho se reunió en plenario para discutir la iniciativa, pero lejos del debate académico, todo terminó entre insultos y puñetazos.
Los golpes, que según los rumores estudiantiles partieron de alumnos de Santiago Pampillón y Agrupación en Lucha por los Derechos de los Estudiantes (Alde), cayeron en su mayoría sobre el profesor oficialista Benito Aphalo.
A menos de 24 horas de ocurrido el lamentable episodio, este diario reunió a las partes en conflicto: los alumnos y el decano.
Los consejeros directivos Mariano Roca y Silvina Pezzetta; la presidenta del Centro de Estudiantes, Julieta Calógero; Marcelo Britos y Giameloni, por la FUR, fueron los primeros en llegar. Esa ventaja fue posiblemente lo que hizo que descargaran artillería pesada contra el decano, cuestión que se revirtió cuando llegó Granados y, todos juntos, se prestaron al diálogo (ver aparte).
Siempre pasa lo mismo. Se cita a plenario cuando la facultad está vacía de estudiantes. El ingreso merece un diálogo serio y el decano no muestra esa predisposición, dijo Calógero.
Granados se comportó como un chico. Como no le gustó que cantáramos el Himno durante el plenario se levantó y se fue con sus consejeros. El es el decano, él es el presidente del Consejo Directivo, si no estaba de acuerdo con nuestra actitud, que no tenía nada de violenta, hubiera pedido a través de una moción de orden que se levantara la sesión, añadió Pezzetta.
Pero quienes plantearon sus críticas más duras hacia el decano fueron sin dudas Britos y Giameloni.
El primero señaló que la situación de violencia no la generan quienes tiran la primera trompada, sino quien toma la decisión de terminar una reunión de Consejo Directivo sin dejar entrar a los alumnos y a puertas cerradas. Palabras que fueron seguidas por las del dirigente de FUR. El decano fue con sus patovicas a la facultad.



El decano Granados recibió a los dirigentes estudiantiles.
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