Antes del desenlace, los hermanos eligieron no hablar por última vez ante el Tribunal. No hay nada para decir, se excusó Emanuel, y Santiago explicó: Tenía pensado hablar pero me encuentro quebrado, no tengo palabras, y se puso a llorar desconsolado. Así se cerró el debate. El abogado de Santiago, Julián Langevín, había clausurado la etapa de alegatos con un sólido parlamento en que pidió -sin éxito- que el tribunal declarase inconstitucional el artículo 80 del Código Penal, que prevé como única pena la prisión perpetua para este tipo de delitos. En un extenso alegato, el defensor oficial Langevín se refirió a la confesión de Santiago -quien admitió ser autor de los dos disparos que mataron a su padre-, hecha ayer luego de casi tres años de hermético silencio. El arrepentimiento y perdón de Santiago al confesar fueron sinceros y creo que él debe reflexionar sobre todo lo que pasó y alguna vez perdonarse a sí mismo. Su familia, amigos y todos sus seres queridos ya lo han perdonado, dijo. Al pedir la pena de ocho años de cárcel para el joven por homicidio agravado por el vínculo atenuado por circunstancias extraordinarias del artículo 80, Langevín advirtió que era cruel e inhumano condenar a los hermanos a la misma pena prevista para quien comete terrorismo y mata a cientos de personas, ejemplificó.
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