Año CXXXIV
 Nº 48.974
Rosario,
miércoles  20 de
diciembre de 2000
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OPINION
Un debate en el que la Justicia queda rezagada

Guillermo Lovagnini(*)

Hay problemáticas que ponen a la sociedad ineludiblemente ante nuevos debates. El sida es una de ellas, sobre la que todavía queda muchos temas pendientes. A veces parece que la comunidad estuviera un poco adormilada y se acordara del tema sólo el día mundial de lucha contra la enfermedad, cuando faltan medicamentos y ante casos espectaculares o puntuales, como el de la chica embarazada con HIV que por estos días solicita autorización legal para atarse las trompas. Pero este es un tema que debería estar socialmente más instalado y que, por su gravedad, nos exige a todos profundizar el debate.
Un ejemplo concreto es que, ante un problema social tan inmenso, en la marcha por el Día Internacional de Lucha contra el Sida participaron en Rosario muy pocas personas y ni siquiera estuvieron presentes los directores de los programas municipal y provincial, como tampoco el propio intendente de la ciudad. Eso habla de un déficit de conciencia.
De todos modos, incluso cuando la sociedad se enfrenta como puede a estos nuevos debates y a estos nuevos problemas, la legislación suele ir aún más atrás. Y la Justicia se puede quedar en el tiempo si no aborda la dimensión social que abre la enfermedad y que muestra una diversidad de aristas, según los casos que se van presentando. Cada uno es particular, pero su multiplicación los encuadra como problemáticas colectivas, que encima cargan con un pesado estigma.
Por ejemplo, entre las minorías sexuales eso se vuelve más claro. ¿Cuántas parejas hay donde los dos han trabajado codo a codo durante toda la vida y si uno de ellos muere el otro queda totalmente desprotegido? Si se suma la homofobia al problema del HIV se advierte la gravedad. Y este no es un caso aislado, son muchísimos. ¿Esa sola condición no lo vuelve un problema social que la ley debiera contemplar?
A la sociedad argentina le falta debatir sobre estas cosas, pero aun así la ley marcha todavía por detrás porque no contempla ni la gravedad ni la extensión de los casos. ¿Que hay que esperar? ¿Que la enfermedad toque a la hija o al hijo de Fulanito para que el problema se sienta como cosa de todos, y no como algo pecaminoso, exclusivo de homosexuales y drogadictos?
(*)Presidente del Centro de Acción en Sida


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