Gabriela Zinna
¡Qué ironía!.. Se habla mucho de la importancia de frenar el sida, pero a mí, que estoy tratando de prevenirlo, me ponen trabas. La reflexión, contundente, le pertenece a Claudia, de 34 años, mamá de una nena de 12 y a punto de tener su segundo hijo. La joven está infectada con el virus del HIV desde hace más de una década, y el 17 de octubre pasado interpuso un recurso de amparo ante la Justicia provincial para que los médicos de la Maternidad Martin pudieran practicarle la ligadura de trompas, método anticonceptivo no reconocido por la legislación nacional. El caso, que despertó un gran debate, debería encontrar una solución antes de mediados de enero, que es la fecha prevista para la cesárea. En una charla con La Capital, Claudia contó su historia, las reflexiones que la llevaron a tomar la decisión de ligarse las trompas, y advirtió que su problema es el de muchas chicas que tarde o temprano harán el mismo reclamo. La abogada Fabiana Kohanoff presentó hace 64 días un recurso de amparo para que se le habilite a esta futura mamá ligarse las trompas. La causa recayó en el Juzgado Civil y Comercial Nº15, a cargo de María de las Mercedes Serra. La magistrada se declaró incompetente. No obstante, luego de varias idas y vueltas, el viernes pasado Serra pidió el expediente para analizarlo, aunque aún no hay una decisión adoptada. Claudia le exige que tenga agallas. La cesárea está programada para realizarse entre el 10 y el 17 de enero, pero Claudia está con contracciones prematuras y debe hacer reposo, ya que el nacimiento podría adelantarse. Esto no sólo me involucra a mí, sino a toda mi familia, reflexionó la joven. Cuando me enteré de que estaba embarazada, volví a mi casa y pensaba cómo lo iba a tomar mi mamá. Al decírselo, vi en ella una chispa de alegría, pero después se tornó triste y se puso a llorar -relató-. Me dijo que tenía miedo de que fuéramos a sufrir. Estaba pensado en que el bebé podría nacer infectado o que a mí me podían bajar las defensas. Ni yo ni mi familia tenemos necesidad de pasar otra vez por todo esto. Si quisiera tener otro hijo para criar, no necesitaría que fuera de mi vientre. ¿Para qué correr riesgos? -¿Tu hija está al tanto de esto? -Si, está al tanto de todo, de la infección y de mi intención de ligarme las trompas. Ella no quiere, porque está enloquecida de contenta con el embarazo. Creció pidiendo un hermanito y tuvo que entender que cuando me detectaron el HIV debí tomar la decisión -entre tantas otras- de no tener más hijos. A mí tampoco me gusta esto de tener que ligarme las trompas. Me da una cosita... Soy muy amante de los chicos y mi casa siempre está llena de nenes del barrio o amiguitos de mi hija. Pero soy consciente de que es lo que debo hacer, lo conveniente. Pero si hubiera podido elegir, hubiera preferido no tener que pasar por esto. -¿Pensaste que para lograr la ligadura de trompas ibas a tener que acudir a la Justicia? -No. El hecho de no tener medios económicos no me permite acceder a esa cirugía en el ámbito privado. Creía que era algo simple, como ir al obstetra y comunicarle mi decisión personal, charlada con mi pareja. A lo sumo, pensaba que tendría que firmar algún papel. Pero los médicos me explicaron en el hospital que esa operación sólo se puede hacer con una orden judicial. Los especialistas dijeron que aunque yo firmara una autorización, sería como que dejara una nota permitiendo que me mataran, y que si ellos lo hacían, igual iban presos. No me voy a quedar sentada. Voy a hacer todo lo que sea posible.
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