| | Pollitos en fuga, que se estrena mañana en Rosario, es un éxito en todo el mundo Cine: la animación de los artesanos Con personajes moldeados en plastilina, látex y siliconas, la película se convirtió en un triunfo comercial y técnico
| Carolina Taffoni
Cuando parecía que la animación por computación iba a regir el rentable universo animado de Hollywood en el nuevo siglo, una película absolutamente artesanal protagonizada por unas gallinas de plastilina, látex y siliconas, conquistó al mundo. Pollitos en fuga, que mañana se estrena en los cines Village y Monumental, lleva recaudados 107 millones de dólares en Estados Unidos, recibió las mejores críticas (fue premiada por la Asociación de Críticos de Nueva York) y hasta se rumorea que tiene chances de reunir varias candidaturas al Globo de Oro y al Oscar. La ficha técnica de la película es apabullante, y Pollitos en fuga tiene con qué respaldar semejante campaña. Es el primer largometraje de Aardman, la productora líder en animación en arcilla piloteada por los ingleses Nick Park y Peter Lord, la dupla que trabaja detrás de los cortos de Wallace y Gromit y que ya se llevó tres Oscar y unos 80 premios. Esta es también la primera vez que Aardman desembarca en Hollywood, y lo hace nada menos que con el respaldo de Dreamworks, la todopoderosa empresa que Steven Spielberg, Jeffrey Katzenberg y David Geffen fundaron en 1994. Aunque en la Argentina la película se presenta doblada al castellano, para las voces en inglés de los personajes tampoco faltaron estrellas. Mel Gibson es la voz del arrogante gallo norteamericano Rocky y Miranda Richardson de la temible señora Tweedy, la dueña de la granja inglesa donde se desarrolla la historia. A puro pulmón Mientras que la tecnología revolucionó la industria de la animación en los últimos años, la increíbles técnicas de la animación en arcilla, si bien se fueron perfeccionando, permanecen virtualmente sin cambios desde la aparición del género. En muchos aspectos, este tipo de animación está más emparentada con la acción en vivo, porque los personajes, los sets y el vestuario son todos de verdad, no están dibujados ni se generan por computadora. La productora Aardman define su particular estilo de realización como una acción en vivo en miniatura. La tecnología por computación sólo se utilizó para la construcción integral de los sets, a cargo del diseñador de producción Phil Lewis y del director artístico Tim Farrington. Los diseñadores fabricaron un modelo en computadora de cada set para moverse dentro de él, comprobando cómo se vería una escena desde cualquier ángulo antes de construirlo físicamente. Las gallinas significaron todo un desafío. Cuando los realizadores pensaron en ellas como personajes principales, no advirtieron que serían problemáticas como muñecos de animación. Nos dimos cuenta que no se pueden hacer plumas en plastilina, ni patas flacas, y que los cuerpos regordetes iban a pesar una tonelada, comentó Lord. Entonces debieron cambiar los materiales. Primero se crearon esculturas en plastilina, y de ahí se sacaron moldes para poder fabricar la piel de látex, con la que recubrieron formas corpóreas de silicona. En el interior se encontraban los intrincados mecanismos que permitían manipular a las gallinas. Fue necesario hacer cada gallina en dos escalas diferentes. Las más grandes se usaron en las escenas en las cuales interactúan entre sí, mientras que las más pequeñas se utilizaron en las escenas con las figuras humanas. El color de cada personaje fue seleccionado en forma individual y mezclado en una máquina para fabricar chicle, adaptada a este fin en los estudios Aardman. Las plumas moldeadas fueron pintadas a mano una por una. Los ojos y los picos podían intercambiarse según fuera necesario. Se utilizaron unos 60 picos, dado que cada uno de ellos correspondía a un sonido vocal o consonante diferente. Cuando los muñecos estuvieron terminados, quedó en manos del equipo de animación la tarea de darles vida. Un total de 40 animadores trabajaron comandados por el supervisor Loyd Price y guiados por los dos directores. Park y Lord se manejan con la stop-motion (animación cuadro por cuadro), un proceso que demanda un trabajo meticuloso y un gran nivel de concentración. En el cine hay 24 cuadros por segundo, así que, dependiendo de la acción en una secuencia, es posible tener 24 poses diferentes a filmar por personaje por cada segundo en escena, donde cada pose requiere una porción ínfima de movimiento del cuerpo, cabeza, brazos, piernas, manos, dedos, ojos, boca y ropa. La película es el resultado de la multiplicación de ese proceso por cada personaje en cada escena. En algunos días de rodaje había hasta 28 sets en funcionamiento simultáneo. El objetivo era conseguir un total de tan sólo 10 segundos de película terminada. Todos los movimientos debían ser meticulosamente planificados durante la producción. A diferencia de otros tipos de animación, si hay una equivocación es imposible volver atrás y corregirla. Los directores deben elegir entre desechar la toma o volver a empezar. Guiños para cinéfilos Pollitos en fuga se desarrolla en una granja inglesa de los años 50, propiedad de la autoritaria señora Tweedy. Las reglas del lugar son claras: toda gallina que deja de poner huevos para el desayuno es candidata a ser el plato principal de la cena. Pero la gallina líder, Ginger, y sus compañeras, quieren huir de ese destino. El problema es que cada vez les queda menos tiempo, más desde que la dueña de la granja descubre una nueva manera de hacer dinero: transformar a los pollos en deliciosas tartas. La suerte de las gallinas cambia cuando desde los Estados Unidos llega Rocky, un gallo arrogante que las ayudará a elaborar un espectacular plan de fuga. A pesar de que la historia está pensada para los niños, la película tiene algunos guiños para que descubran los cinéfilos. Los intentos de fuga de las gallinas pueden asociarse con El gran escape. La granja es similar al campo de concentración del clásico de John Sturges de 1963, y el gallo Rocky tiene gestos que recuerdan al personaje de Steve McQueen. La película también adapta situaciones y ambientaciones de otros clásicos. Según Park, la casa de los Tweedy es deliberadamente apagada y de aspecto amenazador. Queríamos algo malvado, una especie de castillo de las sombras. Está mas cerca de la casa de «Psicosis» que de una granja de Yorkshire.
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