Nueva York. - El presidente electo George W. Bush tratará de copiar en la Casa Blanca el modelo que lo caracterizó durante su gobernación en Texas: pragmatismo y delegación de tareas, pero su objetivo no será sencillo. Texas es el segundo estado en población, con 20 millones de habitantes, de los cuales el 25% son de origen hispanoamericanos, y tiene una economía pujante, con un producto bruto de 500.000 millones de dólares anuales. Al visitar Nueva York durante la campaña electoral, Bush dijo que soy una persona que confía en la gente. Doy autoridad a la gente, confío en la gente. Por otra parte, tomo las decisiones. No dudo, yo pienso, escucho y confío en mis instintos y confío en los consejos que recibo. Soy una persona accesible.
Los colaboradores de Bush, tanto en Texas como en la campaña electoral, coincidieron en señalar que fue un gobernador que se concentra en las grandes cosas, ya que confía en que su equipo se ocupe de los detalles y ejecute las medidas. Su equipo va a crecer ahora, pero en su círculo íntimo de consultas estuvieron Lawrence Lindsay, en economía; Condoleezza Rice, en política exterior, y Stephen Goldsmith, en política doméstica. Pero no excluyó del diálogo a una docena de asistentes más jóvenes.
Todos lo describieron como un ejecutivo dedicado plenamente a trazar líneas políticas que brinda a su equipo normas claras, los acicatea para que se cumplan las metas y toma decisiones cuando los asesores están divididos. Goldsmith, ex alcalde de Indianapolis, dijo que se encontró con muchos funcionarios electos pero ninguno está tan dedicado a fijar las líneas de acción como Bush.
El voto hispano
Si uno mira las cosas desde el punto de vista latinoamericano, Bush logró un gran apoyo electoral en la comunidad hispanoamericana de su Estado y mantuvo una relación muy fluida con México, país con el cual Texas no sólo comparte una larga frontera, sino también el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLC), también llamado Nafta en sus siglas en inglés, que integra también Canadá.
Bush llega al poder tras una etapa muy difícil en lo que hace a los resultados electorales. El Senado está dividido exactamente por la mitad, 50-50, y los republicanos tienen una mayoría de 11 votos en la Cámara de Representantes. Su plataforma es ambiciosa de manera que tendrá que buscar avenencias o tratar de lograr lo posible.
Pero Bush parece determinado a lograr lo más posible y dijo que tratará de reducir los enconos partidarios en Washington, establecer un diálogo entre demócratas y republicanos, encontrar puntos de coincidencia y tratar de evitar reclamar todo el crédito. Ese es el modelo de su gestión en Texas. Puede argumentarse que le dio resultado, debido a que en ese Estado hay una tendencia general hacia las posturas conservadoras.
De todos modos Bush estableció una relación amigable de trabajo con el vicegobernador, que era el demócrata Bob Bullock. Su problema, según los analistas, es encontrar en el Congreso a algún demócrata que sea tan hábil políticamente y tan poderoso como lo fue Bullock en la legislatura de Texas. Bush, según surge de sus declaraciones, parece muy confiado en su capacidad de establecer una relación personal, atraer a demócratas claves, tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes. Pero queda por ver si eso será posible luego de cinco semanas de disputas sobre las elecciones en la Florida.
Thomas Mann, de la Institución Brookings, un centro de estudios, dijo que Bush sobreestima lo posibilidad de superar las divisiones partidarias con el toque personal y extendiendo la mano y subestima como los políticos están condicionados por las necesidades políticas. Lo cierto es que, virtualmente ya, los demócratas están pensando en las elecciones del 2004, y no faltarán aspirantes a la candidatura presidencial, entre los que figura la senadora electa por Nueva York, Hillary Clinton, según los analistas.