Una seguidilla de bombazos rompe el silencio imperante en el Palacio Municipal. Los estruendos parecen haberse apoderado del paisaje cotidiano, abonados por los múltiples conflictos sectoriales. Toda manifestación se organiza porque hay derechos insatisfechos. Rosario es una ciudad con muchos sectores sociales postergados, desplazados por la nueva tecnología, y que están desamparados por el sistema. A esa gente es a la que tenemos que atender, sorprende el intendente. Yo no le echo la culpa a determinado movimiento político, estos bombazos se producen porque esta gente necesita vivienda, salud y trabajo. Desde la Municipalidad estamos tratando de morigerar esta situación, aplicando el 53 por ciento del presupuesto para planes sociales, aunque indudablemente no alcanza. La erradicación de las villas miseria es una gran deuda de la ciudad, completa el titular del Palacio de los Leones. Si ustedes supieran la cantidad de papeles que tengo que firmar por día... Es una cosa de locos, se queja, apuntándole a la falta de autonomía municipal. Binner considera que la reforma constitucional es imprescindible y que la inercia para definir la cuestión es una traba para el desarrollo de las grandes ciudades santafesinas. La gente me eligió para estar al frente de la Municipalidad hasta el 10 de diciembre del 2003. Y lo voy a cumplir, sentencia ante la enésima pregunta sobre una futura candidatura a gobernador. Nadie cree que vuelva a su profesión de médico como dijo alguna vez a La Capital. Los números le sonríen y pocos creen que le pegue un portazo a la lucha por el poder. Yo envidio al intendente de Montevideo, Tabaré Vázquez, quien una vez por semana atiende en su consultorio. Eso le saca un poco de estrés, concluye. Los bombazos retumban ahora en otra parte. M.M.
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