Año CXXXIV
 Nº 48971
Rosario,
domingo  17 de
diciembre de 2000
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La ablación de los sentimientos

Juan Gasparini

A resultas de amores desdichados y de una adoración ilimitada por su madre, Borges no pareció haber sido extremadamente feliz cuando quedaba cautivado por las sucesivas mujeres. Con ellas sus sentimientos tendían a ser azarosos e intermitentes. A lo largo de su vida estuvo prendado por el embrujo de muchas. Le encantaban las de carácter caprichoso con un comportamiento arbitrario del tipo que gusta de jugar, incitar y desdeñar, todo a un tiempo, cuenta María Esther Vázquez, a lo que Viviana Aguilar, anexa que las necesitaba fuertes, autoritarias y envolventes. Su colaborador, Roberto Alifano, ve en varias de ellas el común denominador que no eran bien femeninas sino casi asexuadas como María Kodama, enamorándose de la mayor parte de ellas platónicamente y si no era correspondido se desalentaba llegando a pensar en el suicidio. Adolfo Bioy Casares adicionaba que las elegía mal: yo creo que despertaba en ellas el deseo de mandarlo, porque se entregaba tanto que no era normal. Lo volví vulnerable, prefiriendo aquellas que lo maltrataban, porque para Borges, el amor siempre desemboca en algo trágico. Su sobrino, Miguel de Torre, no ha encontrado respuesta a las sucesivas preguntas a su tío: ¿por qué, con pocas excepciones, te apasionaban las mediocres, las menos dotadas? Muchas, así, medraron a tu sombra. ¿Quizá tu poderoso intelectualismo aplastaba, mantenía sumergida tu parte afectiva? Entonces el desmesurado desarrollo del entendimiento coexistió con la inmadurez sentimental?. Viviana Aguilar, cree que el amor para el escritor era un infierno, por cuanto al entregarse al otro uno se pierde en él, escapando a su propio control (...). El periodista y escritor argentino Tomás Eloy Martínez, condensa la complejidad de Borges a partir de su inmensa riqueza intelectual, solo posible con la ablación de los sentimientos, cuya armadura de una pobreza esencial, mal protegía a un hombre pudoroso y reticente.
(de Borges: la posesión póstuma)


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