Un nuevo competidor en el mercado mundial de aceites apareció en la década del 70, cuando países como Indonesia y Malasia se decidieron a levantar un complejo exportador en base al aceite de palma. Para ello, subsidiaron la producción e instrumentaron una estructura arancelaria escalonada (incluyendo derechos de exportación para las materias primas) y mecanismos preferenciales de financiación. En la última década, el aceite de palma creció sustancialmente y hoy ocupa el segundo lugar en la producción de aceites y el primero en el de exportaciones. Las ventas al exterior remontaron de la mano de la devaluación de las monedas de Indonesia y Malasia, aumentando la oferta mundial de aceites que provocó la fuerte caída de precios durante el 99. Además, está desplazando del mercado a los aceites que produce la Argentina. Un ejemplo: mientras las importaciones chinas de aceite de soja eran un 20% superiores a las de palma en la campaña 96/97, para la actual se prevé que la ecuación se invierta a un 65% en favor de la última opción.
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