Con la publicitada Amores perros, de Alejandro González Iñárritu, y Así es la vida, del aclamado Arturo Ripstein, los mexicanos esperaban arrasar con los principales premios del Festival de La Habana. Pero, aunque no se fueron con las manos vacías, sus grandes aspiraciones quedaron en la nada. Ripstein se conformó con el premio especial del jurado, mientras que La perdición de los hombres, su filme ganador en San Sebastián, se exhibió en La Habana fuera de concurso. Respaldado por una enorme multitud de los cinéfilos cubanos, González Iñárritu se llevó el Coral de ópera prima, especialmente codiciado por los cineastas noveles que acuden anualmente a La Habana. Amores perros ya había sido premiada en Cannes (Francia), San Sebastián (España), Bogotá (Colombia) y Tokio (Japón). En La Habana también fue galardonada con el premio Glauber Rocha que concede la prensa extranjera acreditada en el certamen. México además salvó el honor con La ley de Herodes, del reconocido realizador Luis Estrada, que obtuvo una distinción en el rubro de edición. Otro que esperaba más era el realizador chileno Silvio Caiozzi. Ganador de un Coral en 1990 por su primer trabajo, La luna en el espejo, Caiozzi no tuvo ahora esa suerte, y sólo Guadalupe Bornard, en la direccion artística de su filme, fue reconocida por el jurado.
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