Daniel Leñini
Un caño de desagüe pluvial que desemboca en la dársena del Club de Velas -pegado a la usina Sorrento, por el paseo ribereño- se ha convertido últimamente en un verdadero vertedero de materia fecal, denunciaron directivos de la entidad deportiva. El Club de Velas -muy concurrido por dueños de embarcaciones deportivas- se encuentra próximo a los balnearios del camping Municipal y de los clubes Regatas, Central y Náutico Avellaneda. El presidente del club, Alejandro Norman, confesó desconocer a los responsables de las descargas, pero arriesgó que quizá algunos camiones atmosféricos metan las mangueras en las bocas de tormenta de la zona norte, en vez de utilizar los lugares aprobados. Dijo que los residuos aparecen de golpe y en gran cantidad y que forman una capa negra en la desembocadura. Los análisis oficiales de la provincia que dos semanas atrás sorprendieron a la población por la alta contaminación habían sido practicados frente al balneario La Florida y la rambla Catalunya, aguas arriba. En el segundo caso, la población de bacterias era diez veces mayor a la tolerada para la salud. El Club de Velas se encuentra más al sur, no sólo próximo a la desembocadura del Ludueña y la cancha de Central, sino también a la toma de Aguas Provinciales. Ayer a la tarde los desechos se mezclaban en la dársena entre los camalotes y las botellas de plástico, pero empleados del club precisaron que hubo días en que se formó una verdadera alfombra de residuos cloacales, de 40 centímetros de alto, que se extendía a lo largo de 100 metros. En esas ocasiones, no se puede estar, resumieron. Leandro León, tesorero del club, dijo que está espantado porque esto nunca se vio. Apuntó que hay días en los que el olor es insoportable y se alarmó de los pescadores aficionados que inocentemente tiran las líneas desde arriba del puente del paseo ribereño, en esa desembocadura, y pescan sábalos, dorados y taruchas. Precisamente, algo sorprendente ayer fue que se apreciaba a simple vista -gracias a la bajante- la cola de innumerables peces nadando de un lado para otro. Norman dijo que el club se prepara para elevar una denuncia formal a los organismos acerca de lo que está pasando, igual que en otra oportunidad, cuando aparecían derivados de petróleo, cuestión que hicimos pública y quienes contaminaban dejaron de hacerlo. El directivo opinó que, en esta ocasión, es curioso que los residuos orgánicos aparezcan de golpe y en gran cantidad y no regularmente. Es como si alguien les abriera los grifos -graficó- y eso es lo que nos hace pensar en los camiones atmosféricos. Pero el concejal radical Daniel Luna, presidente de la comisión de Medio Ambiente, mantuvo igual su permanente sospecha de que las conexiones clandestinas han convertido a los caños pluviales en desagües cloacales. Ilustró que esos caños, que deberían llevar nada más que agua de lluvia, son en general de menor pendiente y los residuos sólidos extraños tienden a estancarse. Después, con la ayuda de alguna lluvia, salen todos juntos. Ello podría ser la explicación de lo que sucede en el Club de Velas, arriesgó. Todos estos componentes luego contaminan el río y producen el impacto en los balnearios, como nos está pasando ahora, señaló el concejal. Luna advirtió: Cuidado con las aguas: no sólo están contaminadas, sino que pueden hundir a las autoridades en el ridículo.
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