Mauricio Tallone
Menuda tarea la de presentar a Jorge Bernardo Griffa. Si bien la contundencia de su documento de identidad facilita dicha labor, podría colegirse que las estructuras del fútbol argentino, y en especial el espinel de las divisiones inferiores, simplifican tanta referencia con esa palabrita que sacó patente de descubridor de crack a lo largo de 25 años: Coqui. Mixtura consciente de coherencia y sacrificio, Jorge Bernardo Griffa conoció la palabra trabajo y rápidamente se indentificó con ella. Y a pesar de que el ex director general de las inferiores de Newell's se muestra como un tipo que la juega desde afuera, al menos en la apariencia, su foja de servicios acredita una larga lista de pichones moldeados en el horno de su modestia. Precisamente seducido por ese currículum, que incluye a jugadores de la talla de Gabriel Batistuta, Jorge Valdano, Juan Simón, Américo Rubén Gallego, Fernando Gamboa, Mauricio Pachettino y Julio César Saldaña, entre otros que pasaron por sus manos prestigiando a la entidad rosarina durante 23 años, Mauricio Macri vio en él al hombre indicado para poner la orfebrería al servicio de la industria de las inferiores xeneizes y utilizó la figura del Coqui como el talisman de sus promesas poselectorales. -Después de cinco años de gestión como director general de las inferiores de Boca, ¿siente que encontró el club ideal para llevar a cabo su proyecto? -No quiero entrar en detalles acerca de las bondades de las instituciones donde trabajé, pero no puedo negar que en Boca me siento bárbaro. Además es un club con una infraestructura espectacular para llevar a cabo un trabajo a largo plazo con los chicos de las divisiones inferiores. Y en eso estamos abocados ahora con este grupo de gente, tratando de ubicar a Boca en el lugar que merecen sus inferiores. -¿Cuál fue la principal diferencia que encontró con respecto al proceso que cumplió en Newell's? -No me gustaría entrar en el terreno de las comparaciones porque Newell's es mi casa. Lo único que puedo decir es que en Boca no tenés derecho a sentirte mal porque los dirigentes te cumplen con todo lo pactado. Cuando aceptamos hacernos cargo del proyecto de las inferiores la idea era arreglar por dos años y esperar como se presentaban las cosas. Pero a los quince días Mauricio Macri nos ofreció un contrato por cuatro años y cuando le dije que el plan estaba en marcha y la base estaba hecha, decidió extendernos el acuerdo por cuatro años más. -Entonces se puede decir que se fueron cumpliendo los plazos estipulados. -En cierto modo sí, lo que pasaba es que Boca era una institución complicada a la hora de trabajar en la promoción de juveniles. Tuvimos que apretar el acelerador para ponernos a la par de los clubes que venían trabajando desde hace 20 años. Por eso hoy estoy en condiciones de afirmar que estamos a la altura de todos, hay chicos que ya debutaron en primera, otros que alternan y varias categorías que están a punto de sumarse al plantel profesional. -¿En qué aspecto tuvo que hacer hincapié para cambiarle la cara a la realidad de las inferiores de Boca? -Como estaba Boca en el momento que asumimos cualquier cambio era beneficioso. Fundamentalmente porque no había una base de trabajo en la orientación del fútbol juvenil y las perspectivas del club eran muy diferentes a las que queríamos instalar. El objetivo era darle un impulso a través de un proyecto que le sirviera al club y sedujera a Macri. El club necesitaba salir del período de adormecimiento en el que estaba inmerso, la idea de los directivos era cambiar la mentalidad para apostar a los chicos de las inferiores. -¿En qué punto está hoy ese proyecto ideado por usted y sustentado económicamente por Macri? -Ya hemos cumplido con tres de los cinco años que nos pusimos como tiempo, es decir la formación de base está hecha. Ahora es hora de darle explosión al proyecto y recoger los frutos. Tenemos varios chicos tocando primera y como están dadas las cosas esa cadena generacional no se cierra más. Al estar hecha la formación de base, nuestra tarea es afinar la puntería y darle calidad al producto sin perder de vista las necesidades del equipo de primera. Pero no es tan simple la cosa, a pesar del deseo de los directivos y las ansias de los chicos por llegar a la primera de Boca, en esta institución a veces no alcanza con chicos de buenas condiciones. -¿Le molesta que digan que aquel sueño de Macri de tener en el 2000 un equipo integrado por jugadores de las inferiores todavía no se haya cumplido? -En esa consideración no podemos olvidar de que no es lo mismo insertar juveniles en un equipo ganador como Boca, que hacerlo en un plantel que la prioridad es hacer una buena campaña. La promoción de jugadores a primera división no es una regla fija, tiene cierta elasticidad. Por ejemplo nosotros empezamos a trabajar con las categorías 80 y 79, y esos mismos chicos son los que le ganaron a River en el torneo de Mar del Plata. Si bien todos los años van a surgir un par de jugadores para el equipo de primera, no es una tarea sencilla dejar afuera a jugadores de la talla de Palermo, Riquelme o Barros Schellotto, por citar algunos ejemplos. En Boca el segundo puesto no sirve y la apuesta por los pibes necesita su tiempo de maduración y adaptación a las exigencias de primera división. -¿No es una contradicción que Boca lo contrate para sacar jugadores de las inferiores y a la vez la política del club sea comprar a los mejores chicos de las inferiores a Argentinos Juniors? -La compra del Parque Social fue un movimiento más institucional que futbolístico. Esas cuestiones digitadas por los dirigentes escapan a mi gestión. Yo fui contratado para ordenar la política del club en cuanto a las inferiores y no para meterme en decisiones de la cúpula dirigencial.
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