A fines de 1999, la avenida Lugones, tradicional vía de ingreso a Buenos Aires para quienes viajan desde Rosario, mostraba todos sus gigantescos carteles de publicidad copados por empresas puntocom. Fútbol, transporte, vestidos de novia, pasajes de avión y remates. Todos los sectores estaban en línea. Era el punto más alto del auge de Internet en la Argentina.
Por otra parte, eran los momentos de optimismo sobre las perspectivas del país en el segmento de la nueva economía. Y había motivos para entusiasmarse. Si el mundo iba a estar dominado por las nuevas empresas de Internet, el futuro sería dorado para la nación que había dado a luz a la mitad de los sitios en español. El país de El Sitio, Patagon y Latinstocks.
Era la fiebre del oro y todo podía intentar ser vendido o alquilado en la web. Como en toda fiebre del oro, el que vende las palas es el que primero que cosecha los beneficios.
Amtec.net es una empresa rosarina que se convirtió a ritmo vertiginoso en uno de los e-builders (constructores de sitios de Internet) más importantes de Latinoamérica.
Rosario tuvo su parte de la fiebre del oro y varios sitios locales recibieron la inyección verde, millones de dólares de fondos de inversión y de empresas de Buenos Aires y del exterior.
Si Argentina era un lugar privilegiado en el mundo, Rosario era un excelente lugar dentro del país para lanzar negocios en la red, un lugar de gente creativa y de buena formación.
La depuración
Hoy el boom ha desaparecido y se calcula que, en un impresionante proceso de depuración y concentración, sólo quedarán uno de cada ocho sitios de Internet que existen actualmente en el mundo.
Sólo los buenos sobrevivirán y no más de dos o tres por rubro y por región.
En este nuevo escenario ¿Cómo queda la Argentina? ¿Qué papel le queda a Rosario? En otras palabras, hoy de cada ocho sitios en español cuatro son argentinos, pero van a desaparecer siete. ¿El que queda será argentino? ¿Cuántos argentinos quedarán?
Parte de la respuesta a ese interrogante está en los procesos de megafusión que se están dando en el sector. Amtec será parte de un mega e-builder latinoamericano, integrado por varias empresas de la región y liderado por CeMex, un gigante mexicano de la vieja economía pero lleno de nuevos billetes.
Innumerables portales horizontales han sido comprados y absorbidos por gigantes como Terra, del Grupo Telefónica, en un proceso parecido al de la expansión de las empresas de cable en la década pasada.
Se necesitan volumen y espaldas financieras. ¿Tendrá Argentina en ese escenario su lugar bajo el sol? ¿Lo tendrá Rosario?
¿Qué tienen de especial los rosarinos para prosperar en esta nueva economía? No sólo en el glamoroso mundo de Internet sino en el mucho más amplio de las industrias tecnológicas. La respuesta es archiconocida: recursos humanos.
Existen cuatro tipos de lugares en el mundo, si se los cataloga por la calificación de sus recursos humanos y el costo de los mismos. El primero es lo que podría denominarse las prima donnas del mundo tecnológico, el norte de California, Israel, Boston, Cambridge. Lugares de recursos humanos valiosísimos pero que valen su peso en oro. Seguirán atrayendo inversiones pero también desalentando muchas, espantadas por costos que erosionan las tasas de retorno de los más pintados.
El segundo son los países factoría, aquellos de recursos humanos abundantes pero de baja calificación y bajo costo. Países como Indonesia y vastas regiones de China. Prosperarán sobre la base de producir bienes de escasos valor y diferenciación, a bajos precios.
El tercero son los desiertos tecnológicos, países y regiones cuyos recursos humanos no tienen las capacidades requeridas por la nueva economía y, para peor, tienen costos laborales relativamente elevados. Son zonas, preponderantemente europeas, que no han culminado exitosamente el proceso de reconversión industrial de los 70 y los 80. Zonas antiguamente prósperas pero demasiado ligadas y dependientes de las viejas industrias (minería del carbón, siderurgia). Quizás algunas regiones del norte de Inglaterra (¿Sheffield?) puedan ejemplificar estos casos. Quien haya visto The Full Monty (Todo o nada), sabrá de qué se trata.
El cuarto son los paraísos tecnológicos, países o regiones con recursos humanos calificados pero relativamente baratos, como los países del Cono sur de América (Argentina, Chile, Uruguay), India (con sus programadores y matemáticos de excelente formación) o Irlanda (en franco proceso de convertirse en una prima donna tecnológica).
Así como una parte importante de la población y de la geografía india podrían considerarse país factoría, importantes regiones de China y de Brasil (Campinhas, Curitiba, Río), son paraísos tecnológicos.
No son los argentinos los que dicen que que están en este grupo, lo dice Business Week, lo dice Microsoft y lo dice (hay!) Motorola. Lo saben todos.
¿Qué se hará al respecto? Hay que volver a invertir en educación, para ampliar la base de los recursos propios, darle un marco promocional específico a las inversiones del sector y subsidiar la capacitación del personal por parte de las empresas de tecnología. Si Argentina hace esto, seguro encontrará las minas de oro.¿Y Rosario? Se puede estar tranquilo. De oro o no de oro, en esto siempre tuvo buenos recursos.
(*) Economista del Idied,
Universidad Austral