Boris Furman es el titular de la fundación que lleva el nombre de su madre y su hermana; Fundación Sara María Furman. Don Boris tiene 84 años y una holgada posición económica -que tambaleó con la caída del Banco Patricios- lo que significó que perdiera cuatro millones de pesos. Yo nací en un hogar muy pobre y desde chico me prometí que si podía iba a ayudar a la gente, dice Don Boris. Furman nació en 1926, en lo que el describe como un conventillo en la céntrica esquina de Francia y Lisandro de la Torre. No soy Amalita ni Onássis, pero he tenido buenos ingresos y con eso puedo ayudar, reflexiona.La vida de este hombre es casi para el argumento de una película o la trama de una novela. En los años setenta pudo instalar, después de innumerables gestiones, un teleférico en el cerro Otto, de Bariloche. En ese lugar emplazó también una confitería giratoria, una disco, un criadero de perros siberianos y una pista de trineo. Esos emprendimientos aportan pingües ganancias que Furman destina en su totalidad a obras de beneficencia, ya que los comercios pertenecen al patrimonio de la fundación. Pero la entidad ya no podrá donar pan a los santafesinos, la crisis dio cuenta de aquello que don Boris siempre pregonó ayudar cuando se tiene.
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