| | Rosario, campeón del seven de la República
| Pablo Mihal
Sin dejar dudas, mezclando la experiencia de varios de sus integrantes con el desparpajo de los más jóvenes, Rosario volvió a ser el centro del rugby nacional, está vez por adjudicarse la XVIII edición del tradicional Seven de la República, tras derrotar en la final a Cuyo por 26 a 14. El equipo que conduce César Blanco no sólo ganó la Copa de Oro sino que también tuvo el halago de tener entre sus filas al mejor jugador del torneo: Maximiliano Nannini. Más allá de contar con muchas individualidades desequilibrantes en este tipo de especialidad, Rosario demostró ser un equipo y como tal demostró con un juego integral y participativo por qué los pronósticos estaban de su lado. De los partidos que jugó ayer, la semifinal ante San Juan fue el más duro y en el que Rosario vio seriamente comprometido su pase a la final. Los sanjuaninos presionaron mucho y aprovecharon bien las posibilidades que tuvieron. Incluso llegaron a estar adelante en el marcador, pero en dos estocadas Rosario (que hizo los cambios en los momentos justos) marcó la diferencia y se llevó el triunfo por 19 a 12. En la otra semifinal, Córdoba partía como favorito. Había vencido a Buenos Aires y entraba por eso en la fase decisiva como candidato, pero los Dogos no contaron con la inspiración de Leandro Speroni, quien se puso a Cuyo al hombro y lo llevó hacia la victoria (28 a 12). Ya con el nombre de los finalistas puestos restó saber en sólo veinte minutos quién era el mejor, a pesar de que ambos equipos habían demostrado en las dos jornadas su potencial. Y Rosario dibujó el partido a su medida. Basó su trabajo en una muy buena defensa, presionó a Speroni, que era quien movía los hilos de Cuyo, y jugó. Con un mayor resto físico aprovechó los considerables espacios disponibles y bajo las banderas de la velocidad y el oportunismo fue ganando la batalla. Poco importó la levantada de Cuyo sobre el final. Rosario se sabía ganador y nada pudo impedir que la historia tuviera un final feliz. En los seven cada jugador debe rendir examen continuamente ante su rival. La entrega, la destreza y la habilidad para improvisar son puestas a prueba en cada jugada. Rosario lo entendió así y tuvo su premio. Tras dejarlo por un año, volvió al sitial más alto, tal como lo hizo por primera vez en el 95 y luego en el 97 y el 98. Ayer nuevamente se colocó el cetro y como ya suele ser un acto repetido, muchos piensan que lo de Rosario es una marca registrada. Algo de razón tienen. Los resultados lo avalan.
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