Año CXXXIV
 Nº 48.951
Rosario,
lunes  27 de
noviembre de 2000
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Copa Ericsson
Tenis: Coria ganó la etapa argentina
Hoy aparecerá entre los primeros 87 del ránking mundial

Más de tres mil quinientas personas se emocionaron, disfrutaron, sufrieron y festejaron de la mano de este pibe de 18 años, con un talento tan grande como el histórico Buenos Aires Lawn Tennis Club. Nacido en Rufino, Santa Fe, criado en Venado Tuerto y que sacó chapa de campeón en la jungla de cemento.
Guillermo Coria, de él se habla, se consagró campeón de la cuarta edición de la Copa Ericsson Argentina, estiró a 20 partidos su invicto y hoy aparecerá entre los 87 primeros del mundo, ni más ni menos.
Su vencido fue un hueso duro de roer, el español Alberto Berasategui, que se había comido a cuatro argentinos en su camino a la final de la Ericsson. La victoria de Coria llegó tras más de dos horas de partido por 6/1, 4/6 y 6/4.
El pibe que entrenan Franco Davín y Mariano Monachessi logró su objetivo: ganar en la Argentina. Lo hizo jugando consistentemente y con algún que otro lujo en la semana, y a toda máquina en la final, especialmente con un primer set para ver y deleitarse cuantas veces uno quiera.
En aquel parcial inicial, Coria se hizo un festín con el español. Todo lo que intentó lo jugó bien. La derecha invertida fue su arma letal, implacable, ya que su pelota iba muy rápido. Hasta se dio el lujo de cerrar muchos puntos con un revés a dos manos impactando la bola en pleno salto, tirándole todo el peso del cuerpo encima -estilo Marcelo Ríos-. La pelota era efectiva cruzada o paralela.
Si Berasategui proponía palo y palo, él se prendía sin problemas. Cuando fue a la red, tiró drops -algunos fueron muy largos-, contradrops -de esos no falló ninguno-, toques y hasta voleas. En siete minutos ya estaba 3-0 y en 21 liquidaba en 6/1.
Como si esto fuera poco, además el santafesino tenía suerte, porque cuando él encaraba mal una jugada, Berasategui metía un error no forzado. Todo venía sobre rieles.
En el segundo el vasco afinó la puntería y Coria, tal vez por la ansiedad de querer liquidarlo ya, se apuró muchas veces. El extranjero picó 2-0 arriba y si bien el argentino recuperó rápido el break para 2 a 2, no era el mismo del primero. Era pedirle demasiado, entonces el partido se hizo normal. Los puntos fueron más luchados y bajó el nivel. El español liquidó el parcial en el décimo game -tras fallar en tres sets points- cuando le quebró por segunda vez a Coria.
El comienzo del tercer set fue demasiado parecido al segundo parcial. Si bien se quebraron mutuamente en el arranque (primero Coria y después el europeo), Berasategui aparecía más sólido a la hora del juego desde la base. Nuevamente el santafesino quebró en el quinto game para el 3-2 sacándolo constantemente de la cancha, pero el vasco no se dio por vencido.
Otra vez rompió el servicio del argentino -en el tercero sacó mal-, consiguió el suyo con facilidad y puso al juvenil santafesino en zona de riesgo, tanto que Berasategui contó con dos break points para tomar ventajas de 5-3, pero Coria, con un ace, un saque ganador, un winner y un toque igualó en cuatro.
Llegó el momento decisivo. El tiempo de las definiciones y allí el pibe, empujado por la gente, hirió de muerte al español en el tercer break que Coria festejo de rodillas pegado a la red como anticipando su victoria, la más deseada.
En el último game, jugado con mucho nervio, pocos lujos y mucha garra, Coria hizo la simple. Lo hizo correr a Berasategui y le cambió constantemente la altura a la bola. Una para allá, otra para acá, una profunda, otra con ángulo y que el gallego erre. Se fue un match point con una doble falta y el campeonato llegó cuando Berasategui la tiró lejos para decretar el 6/4.
Coria se arrodilló, miró al cielo, se tapó la cara, lloró, saludó a su rival, miró a la tribuna, agradeció a la gente que lo siguió toda la semana, se golpeó el pecho a la altura del corazón, disfrutó de los aplausos de su público y sonrió. El final fue feliz.



Coria venció al español Alberto Berasategui.
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