Sergio Faletto
Central consiguió un triunfo que tiene valores agregados más importantes que los tres puntos obtenidos. Porque haber vencido a Gimnasia y Esgrima La Plata, hasta ayer el adversario directo de Boca en la lucha por el título, les brinda a los auriazules muy buenos dividendos futbolísticos y anímicos. Tan necesarios y fundamentales cuando se está en vísperas del partido más trascendente de la ciudad, ese que disputan canallas y leprosos. Y esta victoria, que se forjó en base al sacrificio colectivo pero con muy pocos destellos de buen juego, dejó en evidencia que el chico Luciano De Bruno es el titiritero necesario para cualquier equipo, que Miguel Cáceres es el goleador del cual no se puede prescindir, que el Flaco Loeschbor entiende de marcas personales y que Tombolini se afirma atajada tras atajada. Recursos que se agregan con fuerza a los que ya tiene Edgardo Bauza, los que ejercerán presión a la hora de formar el equipo del domingo, y recursos que fueron suficientes para robarle la ilusión al Lobo, que no fue feroz sino dócil, timorato y previsible. Ayudado por su técnico Carlos Griguol, quien arrancó con Mariano Messera en el banco. Al equipo de Bauza le bastó con el ingenio de De Bruno y el oportunismo de Cáceres para terminar con la esperanza de esos 400 hinchas triperos que desafiaron la distancia. Y Central hizo la diferencia en el complemento, cuando se abrió el partido, ya que canallas y platenses habían fabricado un primer tiempo soporífero, en el que pelearon pero no jugaron. Sólo se rescató un remate de 30 metros que el propio De Bruno estrelló en el horizontal. Y la apertura del marcador y del trámite llegó apenas terminó el descanso, cuando De Bruno lanzó un centro que rebotó en un rival y encontró solitario a Cáceres en el segundo palo para empujarla al gol. El árbitro marcó el centro de la cancha. El juez de línea levantó la bandera pero la bajó enseguida. Pero los jugadores visitantes lo vieron y reclamaron la posición adelantada del paraguayo. Giménez habló con el asistente y terminó ratificando su decisión, y los de Arroyito festejaron por partida doble. Gimnasia intentó una reacción y Gerbaudo debió trabajar el doble con el inquieto Enría y Loeschbor con Sava, pero todos los intentos chocaron sistemáticamente con la seguridad de Tombolini. Central lo tenía servido de contra. Lo desaprovechó Cáceres, después Maceratesi y también Erroz. Hasta que De Bruno pensó una vez más, eludió a tres defensores ingresando al área y cuando quedó de cara a Noce para definir, lo derribaron. Fue penal, pero no hizo falta que Giménez lo sancione porque la pelota le quedó servida a Cáceres y el paraguayo se topó por segunda vez con el gol. Ahí recién el Viejo Griguol puso a Messera, pero fue demasiado tarde. Esta vez la fortuna del final no ayudó a Gimnasia. No hubo empate ni descuento. Sólo hubo alegría y motivación canalla, que se construyeron con un triunfo justo y oportuno, y que tienen un significativo valor para encarar el partido que más importa: el clásico.
| |