Año CXXXIV
 Nº 48.951
Rosario,
lunes  27 de
noviembre de 2000
Min 18º
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Andando la noche
Los juegos del tiempo

Marcelo Menichetti

El sábado último, en el bar La Estrella, Batallón Mermelada le tendió una trampa a los almanaques con el beneplácito de una multitud que no dejó un solo resquicio sin cubrir para aplaudirlos. Desde El extraño de pelo largo, paradójicamente entonado por un pelado, hasta Tiritando, de Donald, los temas escuchados abonaron un clima de creciente entusiasmo. No faltó el consagratorio Judy, Judy que le dio al grupo rosarino su hora de fama nacional.
Gozando cada minuto de las gambetas que la memoria puede hacerle al tiempo, la festiva barra de cincuentones fue sintiendo que los pantalones se estrechaban en torno a sus piernas y abajo se abrían como campanas para tapar los mocasines marrones o los atrevidos zapatos con plataforma. Los pechos sintieron la presión de las camisas entalladas, de anchos puños y largos cuellos y más de uno intentó peinar una ya inexistente melena totalmente ajena a las canas.
En el escenario la música sonaba casi igual que entonces.
-¿Ese no es Norberto Chiabrando? -cuchicheó una mujer flaca a su rubia compañera de mesa.
-Me parece que sí. -dudó la platinada mientras recordaba los mini shorts, las botas blancas y el tapado tejido hasta los pies con el que protagonizaba demoledoras entradas a los boliches.
-Mirá, mirá... -apuró la mujer- Está cantando todas las canciones de aquel tiempo...
-¿Y vos qué creías...? ¿Que lo único que conoce del tiempo son los pronósticos?
Sobre la ventana de Mendoza, justo donde estaban ubicados los músicos, un grupito de chicas de 12 o 13 años cantaban en la vereda: Sucundum, sucundum... y hacían el limpiaparabrisas con los brazos.
-Si a las pibas les abrimos la puerta, de acá no nos vamos más -dijo por lo bajo el guitarrista mientras mientras desplegaba una sonrisa de plena satisfacción.
La balsa provocó un suspiro y le agregó combustible al placentero viaje.


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