| | Le habían colocado micrófonos y cámaras ocultas en su despacho Ibarra radicó ante la Justicia una denuncia por supuesto espionaje Además, el jefe de Gobierno porteño quiere saber si hubo falencias en la custodia interna del edificio
| El jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, denunció ayer ante la Justicia haber sido víctima de espionaje a raíz de micrófonos y cámaras ocultas descubiertos en su despacho, y afirmó que dispuso una investigación interna sobre quienes tienen acceso a su oficina para determinar si hubo falencias en la custodia. El procurador general de la Ciudad de Buenos Aires, Juan Carlos López, presentó ante la Justicia correccional una denuncia por violación de domicilio y daños, a raíz del presunto espionaje del que fue víctima Ibarra. La causa recayó en el Juzgado Correccional Nº13, a cargo de la magistrada Ana Bulacio de Rúa. Ibarra se quejó porque con los tiempos que corren hay aparatos o elementos que permiten hacer espionaje y no tenemos legislación como para castigar esas maniobras. La legislación no se adecuó a estos tiempos, y tenemos un Código Penal viejo, de principios de siglo, que apenas castiga a quien abre una correspondencia, prosiguió. El jefe comunal subrayó que, junto con el operativo que desarrollará la Secretaría de Inteligencia del Estado (Side) para tratar de detectar el origen de los micrófonos, realizará una investigación interna sobre los que tienen posibilidad de acceder a la oficina, sobre todo a la noche para determinar si en algún caso se detectó o hubo alguna falencia en la custodia. Ibarra remarcó que los dos micrófonos hallados en su despacho por una empresa privada, que él mismo contrató, no eran inalámbricos, sino que estaban conectados a un sistema de cableado donde habían agujereado incluso falsos cajones del escritorio. Esta no fue una cuestión de minutos o segundos: no sólo estaban hechos los agujeros, sino que además estaban pegados los micrófonos a los agujeros, estaba establecido el cableado, de aproximadamente 20 metros, que rodeaba toda la oficina, por atrás de los zócalos y por abajo de la alfombra, describió. Por otra parte, había un transformador en el marco de la puerta de acceso a la oficina que era para alimentar cámaras de video, con lo cual quien lo hizo dispuso de bastante tiempo para extender todo este cableado, instalarlo, plantarlo. El dirigente del Frepaso sospechaba del espionaje y contrató a la empresa privada AVE para revisar sus oficinas, donde el sábado de la semana pasada los especialistas encontraron las evidencias en su propio despacho. Allí registraron dos micrófonos del tamaño de un botón y, dos días después, instalaciones para cámaras de video, que se sospecha habrían sido colocadas el año pasado. Los pequeños aparatos estaban ocultos y activados a través de la corriente telefónica. En tanto, la Side, a cargo de Carlos Becerra, se puso a su disposición para realizar las investigaciones del caso. En este contexto, el diario Clarín, que reveló la denuncia, resaltó que Ibarra contrató a una empresa privada para que haga el barrido en su despacho y no a la Side, que se supone hace esas tareas. El jefe de Gobierno no se comunicó con Becerra una vez que descubrió que era espiado, aseguró el matutino. En el escrito presentado ante la jueza, Ibarra sostuvo que se localizaron en su despacho dos pequeños transmisores ambientales, los que se hallaban empotrados en el interior del escritorio y conectados a la red telefónica allí instalada. Los delitos denunciados son violación de domicilio en concurso real con daños, y según el Código Penal tienen un máximo de dos años de prisión y, por lo tanto, son excarcelables.
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