Año CXXXIV
 Nº 48.945
Rosario,
martes  21 de
noviembre de 2000
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Editorial
Sindicalismo y decencia

Si bien con bastante demora, finalmente la Justicia de la Capital Federal ordenó la captura de cinco dirigentes sindicales de la Unión Obrera de la Construcción (Uocra) seriamente comprometidos en otro de los tantos casos de coimas que, sin solución de continuidad y desde hace un tiempo largo a esta parte con mucha mayor asiduidad, conmueven al país. Son aquellos que, merced a una investigación de Telenoche, aparecieron en las pantallas argentinas supuestamente sometiendo a una extorsión a un empresario.
A tenor de lo observado en los televisores, con un desparpajo asombroso, los gremialistas le demandaban al empresario el pago de una suma de dinero con el fin de evitar inspecciones de seguridad en las obras. Lo más indignante del caso era que esto ocurría en momentos en que resultaba notorio el aumento del número de accidentes fatales, como consecuencia del relajamiento de los controles en los lugares de labor. Es decir, los mismos dirigentes que, se descuenta, deben velar sin pausa por los intereses de sus compañeros, no dudaban en convertirse, merced a una coima rastrera, en cómplices de eventuales violaciones a la seguridad en los lugares de trabajo. En otras palabras, lucraban con el dolor y la muerte.
Más allá de que en el momento en que la jueza de instrucción Mónica Berdión de Crudo ordenó la detención sólo pudo ser capturado uno de los dirigentes (el resto fue inhallable en ese momento), lo cierto es que esa diligencia tribunalicia debe ser saludada como un hecho positivo y destacable. Un hecho que constituye un verdadero soplo de aire fresco en un ambiente general altamente viciado como consecuencia de la impunidad que, merced a la innegable corrupción que campea en distintos órdenes del país, beneficia a muchos que merecen otro destino del que hoy gozan gracias a la cuota de poder (sindical, político, empresario, social, etcétera) que les ha caído en suerte.
En tal sentido, el arresto de Silvano Corvalán y la búsqueda de los cuatro implicados restantes -Juan Albani, Lucas Ayarde, Juan Segura y Vicente Ladina, este último secretario general adjunto de la Uocra que conduce Gerardo Martínez, actual diputado nacional por el PJ y ex titular de la CGT- vienen a constituirse en un verdadero paradigma. Se trata de un paradigma excepcional que bueno sería que no acabara bastardeado, como tantos otros surgidos en los últimos tiempos.
Cuando se toma nota de dónde y cómo viven en absoluta obscenidad algunos esforzados defensores de la clase trabajadora, hasta el más incauto de los argentinos comprende que algo raro se oculta tras una desbordada prosperidad que les es negada a todos sus representados. Es probable que la acción judicial hoy en marcha contribuya a adecentar una actividad tan necesaria como la sindical. Ojalá que así sea.


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