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 viernes, 02 de septiembre de 2005  
Editorial
Basura: la gente cree y ayuda

El éxito del plan piloto implementado por el municipio para clasificar los residuos entre orgánicos e inorgánicos en una pequeña zona de la ciudad deja claramente expuesto que cuando se aplican buenas ideas y se las explica adecuadamente, la ciudadanía responde.

Gran parte del éxito de una ciudad depende de la buena predisposición de sus habitantes para concretar los objetivos de interés común. Muchas veces desde esta columna se han criticado con severidad la desidia, el individualismo y el vandalismo, lacras que conspiran contra el desarrollo rosarino. Pero existe un caso, el de los contenedores de basura, que prueba con creces que cuando desde el Estado se aporta creatividad, se brindan los medios necesarios y se educa con paciencia la semilla sembrada fructifica velozmente en la población.

La basura domiciliaria era un grave problema para la urbe hasta que la aparición de los contenedores resolvió un elevado porcentaje de las dificultades. Aceptados por los vecinos, su practicidad es tan evidente que ya hay otras ciudades interesadas en adoptar el modelo. Y ahora una novedad suma valiosas posibilidades al sistema: la incorporación de recipientes de otro color -distinto del utilizado tradicionalmente- permite clasificar los residuos entre orgánicos e inorgánicos, hecho que no sólo contribuye a un aprovechamiento muy superior de la basura sino que redunda, también, en mayor limpieza.

A comienzos de agosto pasado la Municipalidad implementó, a modo de prueba, un plan piloto en todo el país: la instalación en la zona delimitada por Tucumán, Jujuy, avenida Francia y Alvear de recipientes de color naranja junto a los ya conocidos azules, con el propósito de que los vecinos arrojaran en su interior materiales como papel, cartón, tela, metales, vidrio y plástico. Y el saldo de la experiencia -contradiciendo escepticismos- fue abiertamente positivo.

A las tres toneladas de desechos recuperables que lograron rescatarse en el radio citado durante las tres semanas que duró el "test" deberá agregarse otra virtud del proyecto, que sintetizó adecuadamente un vecino: "Los cirujas van directo al naranja, se llevan lo que quieren y no dejan la basura desparramada en la vereda, como pasaba antes". Claro como el agua: los beneficios son a varias puntas.

Sin dudas, todavía falta, pero los progresos registrados son notables y los sustenta el trípode anteriormente mencionado: buenas ideas, implementadas con seriedad y explicadas de modo didáctico. De esa manera se logra persuadir a la gente, cuya gran mayoría cree y ayuda. Porque tal cual lo expresó la secretaria de Servicios Públicos, Clara García, "los vecinos han priorizado la idea de tomar a la ciudad como una casa común".

Que así sea.
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