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 viernes, 02 de septiembre de 2005  
Procesión fatal. Numerosas familias shiitas buscan a sus allegados en centros hospitalarios de Bagdad
Irak llora al millar de peregrinos muertos en la trágica estampida
El gobierno anunció una investigación. Detienen a insurgentes con cinturones explosivos y hallan coches bomba

Bagdad. - Los funerales de los alrededor de 1.000 shiítas iraquíes muertos el miércoles en una estampida humana sobre un puente de Bagdad cuando se dirigían a una ceremonia religiosa reunieron ayer a grandes multitudes, mientras el país llora por una tragedia que ha eclipsado el cotidiano baño de sangre de la guerra y relegado la enconada lucha política.

El primer ministro de Irak, Ibrahim al Yafari, dijo que inmediatamente después de la trágica estampida la policía descubrió en las inmediaciones de la mezquita de Imam Mussa Kazhim tres coches bomba. Además, Al Yafari, que visitó ayer varios hospitales en los que se encuentran internadas víctimas de la tragedia, aseguró que tres hombres que llevaban cinturones con explosivos fueron arrestados.

Las tiendas para los funerales se levantaron en el empobrecido distrito shiíta de Ciudad Sadr a medida que los familiares se preparaban para honrar a sus muertos, antes de que la mayoría de los cadáveres comenzaran su viaje final hacia la sagrada ciudad de Nayaf para ser enterrados.

Tres días de luto oficial calmarán a un país que está acostumbrado a vivir la muerte a diario en sus calles, pero que se ha visto espantado por el desastre. Hasta el momento se ha confirmado la muerte de al menos 965 personas, que perecieron cuando miles de peregrinos shiítas huyeron hacia un puente de la capital sobre el río Tigris, pero murieron ahogados o aplastados.


Ayuda a las víctimas
Un alto funcionario dijo que es probable que la cifra final ascienda a más de mil cuando se recuenten los cuerpos que hay en diferentes hospitales, morgues temporales o en casas de familias. Familias enteras siguen recorriendo los centros hospitalarios en busca de sus allegados. El premier iraquí anunció que la familia de cada "mártir" recibirá tres millones de dinares (unos 1.600 euros/2.000 dólares).

El temor a un atentado de grupos religiosos contrarios, real o imaginario, pudo haber desatado la catástrofe entre los peregrinos, pero el país entero se ha visto afectado por la tragedia. La gente acudió a ayudar desde Aadamiya, el barrio de mayoría sunita ubicado al otro lado del río, y desde la mezquita de Kadimiya, en el viejo distrito norte de Bagdad, adonde se dirigía la procesión para venerar a una figura religiosa shiíta.

Tres ataques previos de mortero y con cohetes contra la multitud, calculada en unas 200.000 personas, habían agregado tensión desde temprano a la marcha. El ataque mató a siete personas y fue reivindicado por un grupo sunita poco conocido. Fue allí que, ya sea de manera maliciosa o por simple pánico, surgió entre la compacta multitud un aviso de que había un suicida con bomba entre ellos, desatando el temor entre todo el mundo y provocando una huida que acabó de manera trágica, con sangre chorreando en las paredes del puente y cuerpos flotando a la deriva por el río.


Falló la seguridad
Algunas organizaciones políticas acusaron a los seguidores de Saddam Hussein y a los clérigos extremistas sunitas de difundir los rumores pero no aportaron pruebas. Las escasas medidas para controlar la multitud y el clima de temor tras tantos ataques suicidas callejeros contribuyeron al desastre. Según varios testigos, algunos sunitas del distrito de Azamiya, en la margen oriental del Tigris, arriesgaron la vida lanzándose al río para rescatar a los peregrinos shiítas.

Es la mayor tragedia desde que 1.400 peregrinos murieran en la Meca en 1990.

El presidente iraquí, Yalal Talabani, prometió que su gobierno hará una investigación "justa y honrada" de la tragedia y acusó de la misma a la red Al Qaeda. El kurdo Talabani dijo en un discurso retransmitido por la televisión estatal: "Este acto bestial contra los visitantes del santuario demuestra lo criminales y crueles que son estos delincuentes que declaran infieles a otros".
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Una topadora recoge miles de calzados que quedaron desparramados tras la avalancha humana en el puente sobre el Tigris.

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