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 domingo, 29 de mayo de 2005  
"Mí viejo atendía la carnicería detrás de las rejas del mostrador"
Héctor Campassi fue asesinado de un tiro en el pecho el martes pasado. Su familia no tiene consuelo

Leo Graciarena / La Capital

"Mi viejo estaba cansado de que lo robaran. Era un tipo muy pacífico y previsor. Fijate que atendía la carnicería detrás de las rejas. Y cuando salía, se asomaba primero, después cerraba y recién se iba". Con la angustia dominando su voz y los ojos enrojecidos, Natalia Campassi definió ayer, cuatro días después del homicidio de su padre, la realidad que dominaba la vida de Héctor, muerto de un disparo en el pecho el martes por la noche. "Mi viejo se había quedado hasta esa hora (22.45) porque tenía que cumplir con un pedido", comentó la mujer conteniendo el llanto. Según fuentes policiales, hay pistas firmes sobre los matadores del carnicero de 53 años.

Los Campassi llegaron ayer hasta la carnicería de bulevar Seguí y Alsina "para limpiar, ordenar un poco y sacar la carne de las heladeras para que no se pudriera". Al tocar timbre en la casa de rejas verdes en barrio Belgrano, Nora, la pareja de Héctor y madre de su hijo de nueve años, pidió disculpas y explicó: "Perdonanos, pero recién llegamos del local. Limpiábamos y llorábamos", exclamó y se excusó de hablar. Fue así que Natalia, de 27 años, hija del primer matrimonio de Campassi tomó la posta y peleándole a la aflicción contó como era Héctor, su papá.

"Pobre mi viejo. Era una laburante que se la pasaba todo el día en el negocio. Esa noche se quedó porque tenía que cumplir con un pedido para una rotisería. Si no él cerraba siempre a las 20.30", comentó Natalia, masticando lágrimas. Héctor Campassi era carnicero de toda la vida y en esa esquina atendía hace una década. Era cordobés del pueblo de Dalmacio Vélez Sarsfield, apasionado por el folclore y la vida familiar. Tiene a sus padres vivos y tres hermanos. "Media hora antes de que pasara (el homicidio), la llamó a Nora y le dijo «en media hora ando por ahí, esperame»", contó la mujer.

Héctor vivía junto a Nora y su hijo de nueve años en una casa de Garzón entre Neuquén y Forest en barrio Belgrano. "Siempre fuimos del barrio. Hasta que se separaron con mi mamá vivíamos en Forest al 6300. En ese entonces él era empleado en un negocio por calle Río Negro. Después alquiló una carnicería a dos cuadras de esta casa, otra por barrio Acindar y terminó en el local de Seguí y Alsina", contó la hija.

"Estaba cansado. Una vez le pegaron un tiro a un cliente mientras robaban y mi viejo no se había resistido. También le habían entrado por la noche y le habían sacado cosas. Hace poco le palanquearon la puerta y por eso había cambiado la persiana por una mejor. Es una zona de robo continuo. Le sacan las bicicletas a los clientes mientras compran", comentó Natalia.

El martes por la noche, Héctor cerró un poco más tarde su carnicería de Seguí y Alsina. Era víspera del 25 de mayo y además tenía que entregar un pedido a una rotisería. Según fuentes de la investigación, a las 22.40 el carnicero comenzó el ritual de cierre del negocio. Observó "como venía la mano" y cargó algunas cosas en su utilitario Renault Express blanco. Ya había bajado la persiana y sólo le faltaba cerrar la abertura de escape. La llave del vehículo quedó en contacto. "Dicen que fueron dos tipos en una motito, pero en el barrio nadie quiere hablar", comentó la hija de la víctima.

Fue un sólo disparo que le impactó sobre la tetilla izquierda con orificio de salida en la región lumbar derecha. La policía halló una vaina servida calibre 9 milímetros y la bala quedó detrás del asiento del conductor del utilitario que estaba estacionado a un par de metros de donde cayó muerto el comerciante. No le robaron nada. Cuando el médico forense revisó el cuerpo tirado sobre la vereda se topó con "una bolsa de nailon con mil pesos entre su ropa interior" que la víctima utilizaba para poder "evacuar con éxito" la recaudación del día.

Para Héctor la carnicería era mucho más que un medio de vida. "Este año hace diez años que ellos están juntos como pareja. El nene va a cumplir los diez y el 6 de junio iba a hacer un año que tiene el negocio".

Después de la pérdida a los Campassi le quedaron cientos de incógnitas. "Seguir con el negocio es imposible. ¿Quién se va a hacer cargo de eso?", preguntó Natalia. "No le sacaran nada. A lo mejor se llevaron algo de plata suelta que tenía en los bolsillos. ¿Y resistirse? No creo. Era un tipo pacífico. El siempre decía que cuando le entraran a robar les iba decir que le llevaran todo".
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A Campassi lo mataron en la puerta de su carnicería.

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