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 jueves, 19 de mayo de 2005  
"Vivo una película de terror sin final desde que mi mujer se cayó al río"
Lo sostiene el esposo de Nilda Gerlo, único testigo de la fatal caída de la mujer al agua, el pasado 16 de abril

Leo Graciarena / La Capital

"Esto es un velorio que lleva ya 32 días. Es una película de terror en la que vos sabés cómo es el final, pero nunca termina". La sensación es la Eduardo Stranieri, esposo de Nilda Gerlo, la mujer de 46 años que el pasado 16 de abril cayó al río Paraná desde el yate en el cual ambos estaban y cuyo cuerpo aún no apareció. "Ya se hizo todo lo que se podía. Se pasaron redes y se rastrilló. Ahora estoy esperando que se desocupe un barco de Puerto San Martín para contratarlo y así poder tirar cables de acero y mover unos troncos que hay en el fondo del río en la zona donde ella cayó", explicó el hombre.

Nilda Gerlo y Eduardo Stranieri, de 53 años, se casaron hace tres décadas. Se conocían de toda la vida. Eduardo era amigo de uno de los hermanos de Nilda desde los 16 años. "La conozco desde chiquitita, como le decía siempre. Estuvimos 30 años juntos y tuvimos dos hijos, de 26 y 24 años. Somos una pareja normal", explicó Stranieri en el bar del paddle que tiene en Maipú al 1800. "Disculpame, pero estoy hecho mierda", dijo el hombre al que las lágrimas le brotan con cada recuerdo.

Stranieri dice que nació "seco" y trabajó para "llegar a tener lo que se ve". Y lo que se ve son dos negocios, un pequeño complejo de canchas de paddle y un local de venta de insumos para computadoras. Este hombre sabe que una circunstancia más ligada al destino que a la lógica hace que el ciudadano medio lo coloque en el ojo de la tormenta. Cuando su esposa cayó al Paraná sólo estaba él arriba del yate. Y el hecho de que el cuerpo de su esposa no aparezca le agrega a la tragedia un tinte de desconfianza que acrecienta el dolor.

"No me puedo poner en la puerta del local con un megáfono para que la gente sienta lo que estamos sufriendo", dijo Stranieri. "Tengo que seguir por mis hijos, porque si no los tuviera no tengo por qué seguir. Viví 30 años con una mina con la que nos hicimos juntos. Nos mudamos diez veces, nos recagamos de hambre juntos, los chicos fueron a cinco escuelas diferentes, ahora que había pintado la buena pasa esto", explicó.

Stranieri y su esposa tenían debilidad por el río. Habían construido un rancho sobre el Paraná Viejo y hace menos de cinco años habían comprado un crucero de 11 metros. En su SK350 salían a pescar los fines de semana. De esa embarcación -llamada Obsesión, como el complejo de paddle- cayó Nilda la noche del pasado sábado 16 de abril, en el kilómetro 432, cerca de la desembocadura del riacho La Milonga, sobre la margen derecha y a unos dos kilómetros al norte del puente Rosario-Victoria.

"Salimos como todos los fines de semana. Fuimos a pescar al arroyo Los Meones. Nos quedamos en esa zona porque es más de pesca. Como a las 21 pegamos la vuelta porque mi hijo llamó por teléfono porque tenía un problema en un brazo. Pero como después nos tranquilizó, nos fuimos a dormir al rancho que tenemos sobre el Paraná Viejo. En realidad dormimos en el barco, no en el rancho, por una cuestión de comodidad", explicó.

"Nos preparamos unos mates. Ibamos despacio. El barco tiene doble comando y yo iba manejando arriba. Hicimos un trecho sobre el arroyo Los Meones tomando mates y después, como ella tenía un poco de frío, bajó para preparar el camarote", contó Stranieri. "Arranqué y comencé a tomar velocidad. Cuando estábamos a la altura del paso de Destilería (km 432), sentí un grito y un golpe", comentó. "Se ve que intentó (Nilda) tirar la yerba del mate. Porque estaba la yerba tirada sobre el piso y no estaba ni el mate ni la bombilla. Así que creo que se arrimó para limpiar el mate y cayó".

La SK350 es una embarcación de 11 metros de largo y 3.60 metros de ancho. Tiene camarote, una sala y doble comando. Según una página especializada, su precio ronda los 80 mil dólares. La parte de atrás del yate tiene una baranda bastante baja. Que a una persona de 1.70 metro le llega hasta la rodilla. Desde allí cayó Nilda, según los dichos de su esposo y único testigo del accidente. En el momento en el que la mujer cayó la nave iba a 40 kilómetros por hora en un río tranquilo, según Stranieri.

"Estimo que se ha golpeado con la planchada, atrás, pero yo no la ví porque mi posición de manejo (en el comando superior) me impide ver ese lugar. Entre el lugar donde estaba manejando y la planchada hay una lona que tapa todo el copit atrás", comentó Stranieri. "De ahí en más, me agarró la desesperación. Corté máquinas, tiré el salvavidas, fui a buscar un reflector que tengo abajo. Empecé a gritar y a hacer «ochos» con el barco. Llamé a la Prefectura al 106 y desde ahí no entraba. Te podés volver loco llamando porque no entra. Cuando me di cuenta, llamé a un amigo por teléfono y tanto la Prefectura como los amigos llegaron muy rápido", contó el hombre con los ojos enrojecidos.

"Después hicimos todo lo que se podía. La Prefectura me explicó cómo era la metodología para buscar un cuerpo y con nosotros siempre se portaron muy bien", dijo el hombre que no se cansa de contar a quien lo quiera escuchar para evitar las dobles interpretaciones: "Somos una familia que se rompió para tener lo que tiene. Mis hijos nacieron en el hospital de Granadero Baigorria y estoy muy orgulloso. Obra social hace 13 años que tengo. No tenemos ningún seguro de vida. No tengo una herencia. Todo lo que tenemos es lo que se ve. Ni velatorio tengo".
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En un yate similar viajaban Nilda y su esposo el día de la tragedia.

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