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 jueves, 19 de mayo de 2005  
CARCEL DE CORONDA
Denunciaron a carceleros por su complicidad en la masacre

Dos presos que fueron testigos de la masacre perpetrada el pasado 11 de abril en la cárcel de Coronda y que debieron ser trasladados a otros penales en resguardo de su seguridad, denunciaron con nombres y apellidos a guardias del Servicio Penitenciario por su complicidad con la matanza de 14 presos . Los dos internos, en una carta hecha llegar a los medios a través de la madre de uno de ellos, acusan a los uniformados por "entregar" la situación y "mirar como se mataba gente".

Rubén C. y Ariel M. sostienen que "la policía (por los penitenciarios) tomó la determinación de que esa gente (los presos asesinados) molestaba" y que por eso "usó a los del pabellón 7 para preparar la matanza". Rubén estaba alojado en el pabellón 1 y Ariel en el 11. En el escrito se refieren detalladamente a lo ocurrido la tarde del 11 de abril en Coronda. Aquel día, un grupo de internos santafesinos alojados en el pabellón 7 tomó como rehenes a dos guardiacárceles y se encaminó a los pabellones en los que ellos estaban. Allí, en forma selectiva, asesinaron a 14 rosarinos en un presunto ajuste de cuentas por cuestiones de convivencia interna.

"Los del pabellón 1 vimos cómo asesinaban a nuestros compañeros delante de las autoridades que miraban cómo mataban a la gente", refieren los internos en la carta. Y a la hora de hacer nombres, denuncian: "Entre ellos estaban mirando el alcaide Ferreyra y el oficial Rodríguez".


"Hagan lo que tienen que hacer"
En cuanto al desarrollo de la masacre, la carta dice que "media hora antes el oficial Rodríguez vino (al pabellón 1) y nos dijo que nos encerráramos porque estaba todo controlado, pero no fue así, porque después la gente estaba sobre el pabellón y se escuchó a una voz decir: «Bueno, ahora están todos encerrados, hagan lo que tienen que hacer y después se van». Esa voz fue la del alcaide Ferreyra, él fue quien les abrió la puerta y entregó el pabellón".

A partir de ese momento, dicen los presos, "todo fue un infierno, toda la gente gritaba, lloraba y no sabía que pasaba. Sólo se sentían voces que decían «los vamos a matar, vinimos a hacer eso, terminemos de una vez». Por el handy les decían que estaba todo listo y les respondían «limpiame el camino que nos vamos al pabellón 7». Ahí se sintió un silencio y quedó todo oscuro. Parecía que había pasado una tormenta por el daño que habían hecho. Y nos dimos cuenta de que la orden vino de arriba".

En otra parte de la denuncia, los internos hacen referencia a "los hermanos Romano". De esos carceleros dicen que "apostaban sobre cómo se peleaban los presos y vendían limas y fierros para que se hicieran chuzas".

Finalmente, los testigos de la masacre denuncian a los "celadores Mosqueda y Mansilla, que vendían chuzas y alcohol por ropa o cigarros" y al "oficial Peralta que vino y comunicó al pabellón 11 que podían encerrarse porque había un problema en el pabellón 7 y les dijo que apenas lo resolvieran les iban a abrir de vuelta. Pero a los 5 minutos Peralta volvió y les dijo que no les iban a abrir porque habían tomado rehénes y por eso dejaron encerrados a los del 11", donde fueron asesinados en forma selectiva y a sangre fría 10 de las 14 víctimas de la masacre.
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