Agradecimiento vital y tardío

Después de transcurridos más de tres años de sobrevida, e inspirado por el ejemplo de tantos pacientes renacidos como yo por una donación de órganos, creo que es impostergable rendirles también un agradecido homenaje a los que a mí me salvaron la vida. Efectivamente, hace más de tres años acudí al salvataje ofrecido por el ICR donde un supermédico, hacedor de milagros, el doctor José Luis Ameriso, con un extraordinario equipo de colaboradores, me sometió a un proceso de cambio de la válvula aórtica con todo lo que significa esa intervención tan complicada y prolija. El excelente resultado de la operación me permite hoy agradecer el haber vuelto en menos de una semana a mi actividad normal y poder valorar debidamente los adelantos científicos y la capacidad de nuestros cirujanos. Pero algo quedó en suspenso en esta historia y es lo que deseo poner de relieve en esta oportunidad: la intervención de varios ejemplares porcinos en la provisión de las válvulas necesarias para que el cirujano elija la que mejor se adaptaba al reemplazo. Indagando al respecto, me enteré de que existe un criadero de "chanchos", gestados en forma totalmente aséptica y hasta entrenados en "andadores", para que mantengan su cuerpo verticalmente erguido de manera que su sistema circulatorio se asimile al humano. Cuando es necesario, varios de ellos son sacrificados para proveer las válvulas necesarias. Hoy quiero agradecer efusivamente este sacrificio de estos seres vivientes sin alma, pero integrados a la vida inteligente a través de su incorporación a un cuerpo humano. Quiero expresar una vez más mi respetuosa admiración a toda la medicina actual, capaz de prolongar la vida "hasta el infinito", como sostuvo en su momento el doctor Ameriso al despedirme en su instituto hace ya más de tres años.

Carlos Alberto Vallejos